Entre el incansable oleaje de sueños líricos,
con sus cretas de paz y hermandad,
se compenetraron los poetas,
remanso de cálidas miradas,
de abrazos fraternos,
de nuestra bella gente honesta.
Se fue incendiando la tarde,
entre versos y afectos,
mientras sorbíamos el café,
de nuestras letras,
orgullo de hombre en pie,
con la cabeza serena,
lleno de orgullo patrio,
porque se desataron las letras,
en medio de la tarde,
que también estaba de fiestas.
Se fue apagando la tarde,
aquella que quedará pintada
en nuestras esencias,
porque se hizo semejante la poesía,
entre apasionados aplausos,
algunas lágrimas que emergían azules
y otras secretas.
Hoy me siento satisfecho,
de haber conocido,
a tanta gente buena y honesta,
que con sentimientos profundos,
nos regalaron sus coplas.
como símbolo eterno de paz y amor,
y que arribaron felices,
hasta el inmeso azul del cielo
los versos de nuestros amados poetas.
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