Tal vez, yo estuve allá done tú estás ahora, en el portal de nuestra historia, en los albores de la existencia humana, quizá en una cueva horadando el vientre de la tierra o en las ramas de un árbol, huyendo de las garras del leopardo.
Quién sabe, cómo estarás tú ahora, ante la tragedia más terrible de tu vida soportando el dolor de tu impotencia, en el umbral de tu existencia frente la amenaza horrorizante de tu extinción terrena, víctima de todas las adversidades de este Mundo. Huyendo del depredador más terrible de la tierra.
Quizás, el Homo-Sapiens no comprenda el derecho que tienes de vivir donde te encuentras, por haber nacido allí. Ese es tu hogar, a lo mejor, no le de tregua al deseo que inspira tu propósito de subsistir y disfrutar del esplendor de la Naturaleza como te lo mereces.
BONOBO. Hermano, quisiera unirme a ti, en tu fatal destino, luchar por tu presencia, defender el sagrado derecho que asiste a tu inocencia y hacerle comprender a los “humanos”…, Tus derechos, tus legítimos derechos por ser habitante de esta Tierra. Tú, el pariente más cercano del hombre con 98,7% de su ADN en tu sangre, estás a punto de fenecer ante la arrogante ignorancia de entes, ególatras que sólo buscan bienestar destruyendo la vida de otros seres.
Saludo hermano, que la luz de las estrellas iluminen tu destino en las profundidades de la selva. Es tiempo, que la humanidad respete tu derecho a la vida, legítimo derecho que te asiste para que sigas en tu paraíso verdiazul, donde naciste.
© Cástor A. Olivier O.
El hijo del Cisne.
Venezuela.
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