por una diáspora pasada,
vivía su alma extraviada,
otro camino había seguido.
Ya no sabia ni que hacer,
el solo podía cantar,
ese don que Dios le dio,
lo volvió a externar.
Cuando por soledad cantó,
llegó un Cenzontle a su lado,
esa ave de mayor tamaño,
y en su canto lo acompañó.
Notó que trinaba como el,
pues sabido es que el Cenzontle,
imita con fidelidad cantos y silbidos,
de otros pájaros y de los hombres.
El Cenzontle pronto se alejó,
a buscar con alas ágiles,
de otras aves sus cantos,
entre los verdes arboles.
El pajarillo a otra rama voló,
en donde miró a una pajarita,
que con gran alegría cantaba,
y a ella con animo se acercó.
Ella era como el y trinaba,
y dócil le correspondió,
y entonando un lindo canto,
los atrapó el alado amor.
El le canto una tierna melodía,
moviendo el cuerpo y las alas,
se aproximó dando brincos,
en la rama que los sostenía.
Al cantar juntos los dos,
el con delicadeza la cubrió,
y su trino mas hermoso,
por todo el bosque se escuchó.
Después ella voló de prisa,
y él enamorado la siguió,
con la pasión en sus alas,
aleteando la acompañó.
De la observación que se hizo,
se puede decir que las aves canoras,
esas que tan lindo se oyen trinar,
hacer el amor cantando.
J.Jesús Ibarra Rodríguez.
Delegado Cultural UHE.México.
Derechos Reservados.2014.
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