El lunes tiene la cara larga
del sudor
y el olor de las fábricas cerradas.
Empero;
las calles del lunes de luz alborozada
con enjambres de obreros y serruchos,
clavos y maderas
brotan con alegres tonadas.
Arquitectos y albañiles
con igual levadura
se van de abajo para arriba
con largos balcones de cristal
y puertas jóvenes de tablas olorosas
pensando en los retoños de la selva.
Y el encino y el roble se hacen arcas
y tallados paneles.
El hombre sonríe el día lunes
y alisa flores de cemento.
Las horas del lunes
se acumulan como monedas
en los bolsillos
y luego estallan ramos de ilusiones
personales.
Se desviste el día,
lentamente las horas,
y se queda desnudo a las doce
hasta que idioma de silbatos
descascara los vientos.
Racimos de manos rudas
y racimos de ojos vigilantes
con acostumbrada pericia
fabricando salarios
se desempeñan
con raíces invictas.
De pronto,
muchedumbre de pasos
sobre los durmientes de la tarde
y el lunes
se pone la cara blanca de las estrellas.
Para algunos el lunes
inicia la semana,
aunque la mayoría sabemos
que inicia el domingo;
no obstante, eso no es importante.
por todo es asunto
de contabilizar el tiempo,
y en ese hay variedad
de métodos;
tengamos indulgencia
con el tiempo,
ya que el tiempo no suele ser
indulgente con nosotros.
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