Cada día me pertenece,

con su sol ardiente

y sus penumbras,

como es mío este tejer ciego

de sus memorias.

Esa ceniza azul de su presencia

de la cual se llenan mis pensamientos,

es un sol sin sombras,

es tormenta añorada en mis desiertos.

Busco su nombre amado entre las arenas

del firmamento

y me riega con sus lagrimas

una lluvia triste desde el cielo.

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