¿Por qué me enamoraste
frailejón de los andes,
flor del cardón,
brisa ardiente de los médanos?
¿Por qué tu alma pura
se propaga como el fuego
en mi vehemente desierto?.
Por las caricias y besos
que se imprimieron
en mi cielo
y encendieron en mí
todos los azules luceros,
de mi mustio firmamento.
¿Por qué volvieron los capullos del amor
a abrirse en mi huerto que era yermo?
¿Por qué el sol volvió a brillar
Entre las penumbras de mis pensamientos?
¿Por qué si filosofé
que a mi insólito universo
se le habían agotado los luceros?
y hoy te encuentro de nuevo a ti Amelia
y retornan a mi balcón la auroras
y vuelan hacia ti
a cada instante,
todos mis ansiosos luceros,
y me pregunto
¿Por qué mi ser enamorado
no ha podido Olvidarte?
desde aquel remoto día,
que en un homérico poema,
te dije Amelia
¡TE QUIERO!
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