NOSTRADAMUS Y SU OBRA

 

“Todo está escrito: no hay evolución sin dolor. Ya el Enviado Crístico lo dijo, pero el mundo lo ha olvidado, por lo que bajará otra vez para recordarlo; pero, será tarde y sólo verán las pruebas del dolor y la desesperación que ellos mismos se han buscado como fruto de su ignorancia.”

                           LOS CONSOLADORES

                                                                                               

PRIMERA PARTE

                        

                    El nacimiento de un hombre excepcional no es lo corriente en un mundo como éste. Sólo de tarde en tarde, viene a este orbe una entidad fuera de lo común, destinada a realizar prodigiosas obras. Es el caso de Michel de Nostredame, Nostradamus, cuya fama ha desbordado naciones y siglos. Nadie, exceptuando a Jesús el Cristo, ha sido tan mundialmente famoso. Ni persona alguna ha contado con tantos detractores y simpatizantes.

                    El profeta era consciente de la prudencia con que había que andar entre los hombres a los que no gustan las verdades que perjudican sus mezquinos intereses. No ignoraba, pues, las vicisitudes que aguardaban a sus Centurias. Pero, él confiaba en que, lo que era de procedencia divina, gozaría de divina protección. Y, desde lo más interno de su ser, salió el grito silencioso que ha atravesado el tiempo:

                      ¡MIS PROFECÍAS SERÁN INDESTRUCTIBLES Y NO DESCUBRIRÉIS SU SECRETO HASTA QUE LLEGUE EL MOMENTO ADECUADO!

                    Así ha sido. Época tras época, han ido resurgiendo resplandecientes, renovadas, levantando ingentes masas de enemigos y partidarios. Mas, para entender lo escrito por este profeta singular, es preciso hablar primero del hombre para después analizar su obra:

 

EL  HOMBRE      

                    La mayor parte de lo que se sabe de él, procede de su secretario Jean-Aimé de Chavigny. Según éste, Michel de Nostredame nació en Saint-Rémy-de Provence, el 14 de Diciembre de l.503. Sus padres fueron Jacques de Nostredame y Renée de Saint-Rémy. Sus abuelos, profundos conocedores de las ciencias matemáticas y médicas. Su familia era de ascendencia judía y se había convertido al cristianismo. Al morir su bisabuelo materno, que le infundiera la afición por la ciencia de los astros, fue enviado a Avignon para estudiar Letras y Humanidades. Más tarde, pasó a Montpellier, donde estudió Ciencias Naturales y Medicina.

                     Una grave peste, en Narbona, Toulouse y Burdeos, le permitió ejercer como médico. Después regresó a Montpellier para obtener el título de Doctor y se estableció en Agen, ciudad a orillas del Garona, donde conoció a Julio César Scaliger, personaje muy erudito con el que Nostradamus tuvo una extraordinaria y duradera amistad.

                     Se casó con una joven de la alta sociedad, de la que tuvo dos hijos, niño y niña. Murieron los tres y Nostradamus viajará un tiempo hasta que decidió instalarse, de forma definitiva, en Provenza. Se estableció en Aix-en-Provence, donde ejerció un cargo público durante tres años. Desde allí llegó a Salon-de-Crau, donde contrajo segundas nupcias. Fue en ese lugar donde comenzó, lleno de inspiración e irresistible frenesí, la redacción de las Centurias, que empezaban de este modo:

De espíritu divino el alma presagio alcanza

Disturbios, hambre, peste, guerra, extenderse

Aguas, sequías, tierra y mar de sangre teñidos,

Paz, treguas a nacer, Prelados, Príncipes morir.

                     Guardó en secreto mucho tiempo sus escritos, creyendo que la insólita naturaleza del argumento le acarrearía ataques ofensivos, como luego ocurrió. Pero, por el deseo de que los hombres obtuviesen algún provecho de sus predicciones, las dio a conocer. Pronto, corrió su fama de boca en boca, y ésta impresionó incluso a Enrique II, Catalina de Médicis y Carlos IX, que le llamaron y le dieron su protección.

                     Envidiado por unos, admirado por otros, Nostradamus resistirá difícilmente la amenaza inquisidora, hasta que, debilitado gravemente por la artritis y la gota, morirá el 2 de Julio de 1566, antes de salir el sol, tras una crisis de ocho días, por un acceso de hidropesía, luego de un ataque agudo de artritis.

                     Sobre su sepulcro se escribió este epitafio, que puede verse en la iglesia de los Cordeliers de Salon, donde fue enterrado. Está en latín y dice lo siguiente:

“Aquí descansan los restos mortales del ilustrísimo Michel de Nostradamus, el único hombre digno, a juicio de todos los mortales, de escribir con pluma casi divina, bajo la influencia de los astros, el futuro del mundo. Murió en Salon-de-Crau, en Provenza, el 2 de Julio del año de gracia de 1566, a la edad de sesenta y dos años, seis meses y diecisiete días. Hombres de la posteridad, respetad sus cenizas y no turbéis su descanso”.

                     Nostradamus fue de estatura algo inferior a la normal, robusto, de frente ancha, nariz recta, ojos grises, rostro severo, barba negra y tupida, salud perfecta y vigorosa. De espíritu bueno, comprensivo, entendimiento agudo y sutil, y memoria fiel. Paciente y fuerte ante la fatiga. Jovial, agudo, irónico. Amaba la libertad de expresión. Era católico y reprendía a los que se dejaban arrastrar por los errores de doctrinas extrañas al catolicismo. Practicaba la oración y la limosna, y amaba a los niños. De su segunda esposa tuvo seis hijos, tres varones y tres hembras. A César, el mayor de ellos, fue al que Nostradamus dedicó sus Centurias.         

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Respuestas a esta discusión

Realmente es impresionante la vida y las profecías de Nostradamus. Un tema que nunca pasará de moda.

Gracias por compartirlo en este portal.

Sí, Milagros, por ello tenía interés en que leyerais el libro.

Gracias por tu amabilidad.

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Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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