Había una vez un pequeño árbol llamado Vaya Vaya. Era un árbol joven e inseguro, que crecía en un campo abierto rodeado de otros árboles mucho más grandes y imponentes. Vaya Vaya se sentía pequeño e insignificante en comparación con ellos y se preguntaba si alguna vez sería tan grande y fuerte como ellos.
Pero a pesar de sus inseguridades, Vaya Vaya seguía creciendo y creciendo. A medida que pasaban los años, se convirtió en un árbol robusto y saludable. Los demás árboles se dieron cuenta de su crecimiento y comenzaron a decir: "Vaya vaya, ¡cómo has crecido!"
Vaya Vaya se dio cuenta de que había superado sus inseguridades y se había convertido en un árbol imponente y fuerte. Ya no se comparaba con los demás árboles, sino que se enorgullecía de ser único y especial.
Con el tiempo, Vaya Vaya se convirtió en un refugio para muchos animales, y su sombra fresca y protectora se convirtió en un lugar favorito para muchas personas para descansar y disfrutar de la naturaleza.
Así, Vaya Vaya aprendió que el crecimiento y la madurez no son una comparación con los demás, sino un proceso personal que nos hace más fuertes y valiosos. Ahora, cada vez que alguien lo veía, decían: "¡Vaya vaya, cómo has crecido!" Y él sonreía con orgullo, sabiendo que había superado sus inseguridades y se había convertido en un árbol imponente y valioso.
©Natuka Navarro
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Es un hermoso microcuento.
Felicitaciones, Natuka.
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