¡Qué hacer con estas manos: ventanas rendidas!

Cuando las abro,

contemplo el paraíso por donde he andado

descalza de heridas, vestida de libertad

y con el sol de mi inocencia

en el bolsillo de la siesta.

 

No había silencio ni distancia en las palabras.

Y el aire, con su arpón de oro,

tejía gozo en mi sangre.

 

Se podían guardar los pequeños sueños

en un rincón del día,

ir a buscarlos la mañana siguiente

y seguir construyéndolos

porque todo era infinito en los sentidos.

 

¿Por qué el nombre amado se durmió

en mi boca?

Mi cuerpo, extraña el suyo, desnudo y tibio…

Añoro la calma de sus pupilas,

en esta melancolía que

escribe su designio sobre mi rostro.

 

¿Acaso no era verdad que la muerte

no existía para nada ni nadie, porque

somos eternos, en amor y alegría?

En silencio mi corazón se hunde en la lluvia

que se adueñó de mis ojos…

Una plegaria germina en mis labios:

¿Dónde se fueron todas las cosas, madre vida?

Beatriz Teresa Bustos

San Francisco Córdoba Argentina

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Respuestas a esta discusión

Hermoso...

Teresa tu versar me ha erizado la piel. 

ME ENCANTÓ!

Muchas gracias por participar, un abrazo.

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Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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