un ciervo en la trampa herido.
Vi en el estanque
un ahogado flotante.
Vi en la playa
un caracol ensordecido.
Vi en las aguas
a las trémulas aves.
Vi en las ciudades
a los condenados serviles.
Vi en las planicies
la humareda de los odios.
Vi en la mar
del sol la amargura.
Vi en los cielos
insondables ojos.
Vi en el espacio
este siglo pasando.
Vi en mi alma
la ceniza y la flama.
Vi en mi corazón
a un negro dios invicto.
(Hacia 1965)
Por desgracia, en la naturaleza se dan más casos
de seres visionarios que entre lo humanos;
a veces pareciera que nuestra Humanidad está
perdida que no sabe otra cosa que guerrear y odiar, porque son más los casos de colegas del
Planeta dispuestos a mostrar el lado negro de
nuestros corazones que la posibilidad de ver por
un momento un rasgo de luz entre nosotros.
Pero, por fortuna, no faltan casos aislados de
personas, mujeres u hombres, que en franca
contradicción con nuestra visión de una
Humanidad insalvable, abren las puertas para
creer que un cambio positivo es posible;
ojalá que eso no sea vana ilusión sino
un posible sueño que pueda hacerse realidad.
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