Aquel día, despertó Ema con el aleteo de las palomas que anidaban en el techo de su cuarto.
Vivía con su marido Getulio, en la casa de Evodia, tía de el.El pueblo en donde los dos nacieron aun conservaba el aire provincial y romántico.Estaban juntos ,en unión libre pero con la intención de casarse en el futuro.No tenían hijos.
Ema dormía sola, porque Getulio se había ausentado para buscar un trabajo y mejorar sus ingresos.Además quería vivir independiente de su tía, con su mujer en otra casa.Ya habían pasado tres años desde su partida, y no daba señales ni escribía, nadie sabia donde estaba.
Ema se levantó y como todos los días se miró en el espejo de su ropero,y notó que a sus cuarenta años, ya no tenía tanto que ofrecer.Las arrugas en los ojos denotaban sus desvelos. Le aparecieron unas"llantitas"en el abdomen, también se hicieron presentes las temidas "chaparreras". Las extrañas sensaciones, los dolores de cabeza y otras molestias, indicaban que necesitaba el elixir cálido, liquido y fortificante que le proporcionaba Getulio.Con el se sentía mas joven, le brillaban los ojos, y su piel se tornaba mas tersa y húmeda.Se debatía en ardores, soñando con aquel hombre que la convirtió en mujer.
Evocó la época en que conoció a Getulio,cuando el tenia los ojos atigrados, brazos fuertes y el pelo rizado.Se prendió de el y entró a las tinieblas del amor.Se apoderó de su conciencia y de su cuerpo,sin poder vencer sus pasiones, le entregó su inocencia y las riendas de su vida.
Recordó con nostalgia como disfrutaban de los sencillos placeres, como caminar por jardines, escuchar el murmullo de una fuente, mirar los bellos paisajes y las olorosas flores de vivos colores.Y que decir de aquellas tibias tardes cuando el sol pintaba de rojos los techos y los patios de de las casas.Así como las noches cuando se bañaban con los rayos plateados de la luna, escuchando a lo lejos música de serenatas.
Ema caminó hacia el florero que estaba en una mesa, y acarició unos claveles en forma sensual,después caminó hasta la ventana y solo miró el horizonte vacío.Volvió otra vez al espejo y observó sus ojos grises, opacos y la piel pálida y reseca. Volteó a la cama y le pareció verse con Getulio abrazada, el con sus sabios brazos y manos inquietas,ella complaciente y amorosa.Cuando ella recién bañada,con el pelo oliendo a jabón y a fragancia de lilas,lo recibía amorosa.
Esperar a Getulio era un sacrificio para ella, se estaban pasando sus mejores años.Llego a tener la tentación de buscar otro hombre,que le diera el calor abrigador,solo que Evodia,su tía, le aconsejó que aguantara, que pronto Getulio regresaría.
La ultima vez que miró a Getulio fue cuando se despidió, con su cuerpo atlético y una blanca sonrisa se perdió en la espesura.Ema procuraba distraerse para no pensar,con los quehaceres domésticos y leyendo. Su vida transcurrió con altibajos.A veces pensaba que no tenía caso su existencia, y era cuando la tía Evodia intervenía apaciguándola.Llegaron días en que ayunaba para borrar sus deseos y sus apetitos carnales, que casi siempre aparecían con el ocaso y cerca de la media noche.
El tiempo paso y un buen día se presentó Getulio, y ante la sorpresa de las dos mujeres abrazó a Ema con amor.Se le veía cansado y delgado.Ema casi se desmaya de la emoción, y le rodaron por las mejillas lagrimas de alegría.Se sentaron en la sala los tres y comenzó a relatarles todas las cosas que había pasado.Les dijo que había sido contratado por una constructora, para la instalación de un enorme puente que uniría dos cerros cruzados por un ancho río, y que serviría para el paso de carros y productos manufacturados, pero que como era en lugares muy apartados, no había comunicación de ninguna forma.Refirió que el contrato estipulaba que estarían los trabajadores aislados para un mejor desempeño, y que el lo había firmado..Así se justifico Getulio de su ausencia. Se pasaron varios días en que les platicó todas sus peripecias.
El pendiente de Ema de que Getulio la viera mas vieja, se borró cuando el le dijo que lo que adoraba era su espíritu,su fidelidad, paciencia y buen trato.El aspecto físico no le importaba.
Finalmente se fueron a vivir a otra casa,en donde su vida estaba llena de felicidad.Así quedó premiado el sacrificio de ambos.
J.Jesús Ibarra Rodríguez.
Delegado Cultural UHE.México.
Derechos Reservados.2013.
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