De tanto ser pisoteado
sin compasión ni cordura
hoy me siento tan frustrado
de ser un viejo calzado sin esperanza ninguna.
Pero tengo una fortuna
lo digo con ademán
no es que me mata la hambruna
aunque muestro en mi armadura unos dientes de caimán.
Al lado me pasarán
con gran desprecio y de prisa
ya no me pisotearán
me miran desde el zaguán y eso me causa gran risa.
Los domingos iba a misa
con medias y talco en los pies
no mirando donde pisa
estiércol o piedra caliza la tierra o la fetidez.
Aunque sentía la hediondez
que quedaba en los pasillos
pensaba con palidez
que en mis dientes alguna vez me colocaría frenillos.
DEDICADO A COMBATIR LA TRISTEZA.
© Cástor A. Olivier O.
El hijo del Cisne.
Venezuela
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