A mis nietos, Carlos y Ana Paula:
TEMOR Y LUZ
Es momento de hablar sin titubeos
con cariño en la sangre, y en la tinta
mirada de abuelo sabio aunque yo no
lo sea; mirada traspasada por rayos
venidos de otros tiempos de tiempos
verdaderos los de ayeres muy lejos
y oportunidades lejanas en los siglos;
tal vez la voz de ancestros acumulados
en la sapiencia que viene en la sangre
que heredamos y heredaremos en vida.
Es hora de asegurar que todos
son nuestros hermanos, todos,
que a ninguno podemos hacer menos;
que ayudar al jodido es menester,
dar de comer al hambriento,
dar de beber al sediento y amar
al desdichado y al ofendido querer
y perdonar al enemigo; bendecir
al hermano no es la gracia sino
al vecino ajeno, al desconocido, al
que huele mal, darle la mano y ayudar
al caído; para poderse levantar del suelo
y mirar con orgullo al que te humilla.
Queridos míos, vuestra sangre, es mi
sangre , y mi sangre pervive en las venas
de ustedes, Carlos y Ana Paula, aunque
me vean como loco o perdido no les miento
ni estoy alucinado; lo que hagan ustedes
en mi vive aunque yo haya muerto y todo
lo que sueñen serán los sueños míos, mis
sueños del futuro ¿se imaginan?
No sueñen pesadillas, porque me arruinan
el futuro y me despiertan en un futuro
muy lejano con mi cadáver ya en la otra
vida. Les suplico, no lo hagan…
Sueñen cosas bonitas, como las cosas que
hagan con sus vidas, sueñen pájaros, flores
lindas, gorjeos bellos y claros, mañanitas
frescas y cielos frescos y soleados con nubes
de colores y delfines y elefantes y árboles
frutales y personas más bellas que su imagen:
me refiero a la imagen, la mejor de cada uno
de ustedes que guarda su cabeza…
Miren de frente al sol, no pestañeen,
sueñen despiertos, hagan reales las
cosas que imaginen que sus esfuerzos
tengan verdad y entendimiento que
el amor les acompañe noche y día.
Solo de esa manera terminará el dolor
y el temor no crecerá ni hará ramas
pendientes; en cambio habrá una luz
brillante esplendorosa que es apenas
un adelanto de la gloria futura
que les
espera aquí
y en el mañana final
y en la eternidad:
Dios los aguarda.
Comentario
Muy buenos consejos, apreciado Benjamín que estoy segura que siempre guardarán en su corazón.
Un abrazo, poeta.
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