Tal vez, la vida nos ha sonreído pero en sus vaivenes nos envuelve en una marea de sentimientos que aumentan la experiencia, acumulan sabiduría, y nos fortalecen espiritualmente.
Tal vez, esa experiencia se refleje en nuestros rostros, en los surcos que van marcando el transcurrir del tiempo y que llaman arrugas, que muchas veces, también se repliegan en nuestro interior, se adormecen, se mecen, naufragan entre blancos sueños para irse disipando lentamente, porque todo lo que se vive, pasa, languidece y agoniza
Por eso, renacemos en cada golpe que recibimos, en cada dolor que nos lacera, para resurgir con mas bríos, con mayor ímpetu, sobreponiéndonos a la cuna de la indeseada tristeza o las pletóricas alegrìas y habrá otra forma de actuar, tratar de responder, de erigir murallas invisibles que solo divise nuestra inteligencia como un preaviso para no pasar nuevamente por las mismas vivencias.
Fragmento de uno de mis artìculos periodìsticos Diario El Regional de Portuguesa Venezuela.
Trina Lee de Hidalgo
Derechos reservados
Araure Portuguesa Venezuela.
Comentario
BETO, gracias por leer con este, tres de mis post, valoro el tiempo que me dedicas, abrazos y besos.
AIMÈE, gracias por tu bello y analìtico comentario que evaluo como docente para darte 20 puntos.
He descubierto que te pareces mucho a mi en la forma de comentar a los poetas en sus aportes. Y tambièn que la forma mas fàcil de armar un libro con nuestras reflexiones es remitièndonos a los comentarios que hacemos de los cuales podemos hacer una excelente selecciòn.
Vivir un día más como el regalo bendito que nos ofrece nuevas oportunidades para admirar, agradecer, congratular la divinidad del existir, la necesidad de empinarnos y crecer como mejores seres humanos, dispuestos a emprender senderos que edifican y fortalecen, aún en medio de las dificultades y las debilidades. Atrapar cada instante con vehemencia y empeño, atesorar el brío del optimismo, aprendiendo de nuestras equivocaciones, transmitiendo testimonios de vida y de lucha por alcanzar quimeras, por convertirlas en realidades asequibles y estar dispuestos siempre a comenzar de nuevo, cuando por avatares del destino nos pueda confundir el averno del azaroso desamor.
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