En el campanario,

repican las campanas,

y una apática paloma,

se queda inerte,

mientras las otras

alzan vuelo,

precipitadamente.

Tal osadía,

me dejó extasiado,

tal vez se le olvidó volar,

o está enferma

y ni siquiera quiere volar.

Será,

que le estarán pensando los años,

y la vida le está cobrando,

tanta linda libertad.

Sentado, frente al campanario,

de la vieja catedral,

a donde llegó casi a diario,

con mis pies melancólicos,

para olvidar mis penas,

y pactar,

con el amor del pasado,

que me dejó tatuada en la boca,

aquellos besos

que no podré bórrame jamás.

De nuevo contemplo la paloma

y la veo risueña,

como queriéndome algo contar,

la tarde se pone espesa,

y los seres pasan indiferentes,

al abandono del ave,

que no vuela, no ríe, no canta,

sólo me mira,

desde lo alto del campanario

y sin hablarme la escucho,

desde lo más profundo,

 de mi soledad

y al fin entiendo,

después de pasarme,

 la tarde entera,

observando a la paloma,

que ella, soy yo.

 

 

 

 

 

 

 

 

Vistas: 90

Comentario

¡Tienes que ser miembro de ORGANIZACION MUNDIAL DE ESCRITORES. OME para agregar comentarios!

Únete a ORGANIZACION MUNDIAL DE ESCRITORES. OME

Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

Your image is loading...

Insignia

Cargando…