Sombrías remembranzas.




Espigas doradas que al sol se mecen

de mis memorias fraguadas.

Resplandor sobre aguas mansas que llenan

mi elemento de sabia creciente.


Sangres verdes y secas que se trenzan

a la cadencia de su querer.

Sosiego inquebrantable

de las horas quietas de la marcha.


Arremete en mortal instante

las hebras que cubren la simiente,

perturbando indiferente

cada espacio con su fugaz regreso.


Canturrea en las sombras

que se avecinan frías y eternas;

es remanso en la oscuridad

y dulce con las luces del alba.


Crepúsculo insolente

hace fiesta con los matices

que nadan en la presencia,

antaño, otros lugares sentidos.


Distante del abandono,

siempre vivos en los sentires,

de aquí, de éste,

que los mantiene enclaustrados.


Sin fenecer, no les consiente,

cediendo de vida a los murmullos

mutantes e indiscretos,

que hacen eco en el silencio.


Semidiós y rey, delirante seductor

de sueños y avatares,

reinas silente

en la oscuridad y el olvido.


Cecill Scott.