SOBRE EL ORBE
He guardado a ocultas
un sinfín de regresos
y tumultuosos atardeceres
tan solo para verlos cautivos.
No fue suficiente el encierro
menos los grilletes para renunciar
la inquebrantable forma de seguir
aferrado al verde titilar de la vida.
Tampoco han podido apartar
de estos renglones, la inmensidad
de la cuenca donde se desplazan
los ríos, los cantos, los caminos, la libertad.
Atrás quedará cada lamento
gritando fantasmal su amordazada
temperatura de no poder tocarla cuando
vacías las manos, nada hallará.
Tanto debo al sesgo aún no descifrado
de aquel encanto y reclinar sideral
de cómo se impregna en la piedra
la dulzura y frialdad del agua rebelde.
Por eso, desde la ciénaga, briosa emerge
aquella añoranza florida, florida fucsia
y esmeralda, suficiente detonación sobre
el orbe. Seguir decapitando soledades.
Orlando Ordóñez Santos
Derechos Reservados – Imagen de la Red.
Comentario
¡Bello poema, Orlando!
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