de su gran espacio el universo,
el ilumina y pule mi verso,
y me prodiga su dulce abrigo.
Escribo de su tiempo eterno,
del cielo y todas sus estrellas,
de desiertos con olas de arenas,
de su puro y dulce amor paterno.
Al evocar su presencia,
se borra toda ausencia,
y se aleja de los ojos el llanto.
Nos llama a tener conciencia,
respetar de todos la inocencia,
por eso a el lo queremos tanto.
J. Jesús Ibarra Rodríguez.
Delegado UHE México.
Derechos Reservados.
Comentario
Excelso soneto espiritual. Me encanto y lo llevo a mi archivo, muy reconfortante el agradecer a Dios la inspiracion que nos regala.-
Felicitaciones.
PRECIOSO!!!
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