ROMANCE NOSTÁLGICO
En esta bendita tierra
llena de bellos paisajes,
hablo con mis alegrías
y diluyo mis pesares.
Aquí vine en otros tiempos
como delgado estudiante,
para equipar mi cerebro
con la ciencia de los mares.
Volví luego a mi terruño
por cuestiones laborales
y retorné a estas llanuras
a reunirme con mi sangre,
pues no me gusta tener
a la familia distante.

El viejo y sabio marino
que navega por los mares,
sabe dónde, cómo y cuándo
hay que lanzar el anclaje,
para impedir de ese modo
que el buque viejo naufrague.
Aquí me hallo en estos predios
hablando en otro lenguaje.
Escuchando que la brisa
conversa con los pinares
y sintiendo el atropello
de los tiempos invernales.
A este débil esqueleto
lo horroriza el frio del aire,
frío que lo quita el quisqui
o unas copas de brandís,
bebidas pecaminosas
que solventan tantos males.

Sin embargo, la nostalgia,
de vez en cuando me invade.
Y más en estos momentos
que empiezan las navidades.
Pues me acosan los recuerdos
de mi casa bella y grande.
Con sus helechos guindando
y sus árboles frutales.
El guayacán bien frondoso
que miraba hacia la calle,
mostrando al araguaney
su verde y tupido traje.
La gata gris que maullaba
cuando la acuciaba el hambre.
Las inquietas guacharacas
de ceniciento plumaje.
El bar donde a las tertulias
llegaban mis amistades,
con los instrumentos típicos
y con sus cuerdas vocales
a cantar e interpretar
lindas piezas musicales.
Dulce rincón de refugio,
para escanciar los brebajes
e intercambiar la vivencias
llenas de tantos detalles.

Pero además de mi casa
está el rostro inolvidable
de mi país expoliado,
atormentado y exangüe
ya que le quedan los huesos
pues le arrancaron la carne,
unos hijos pervertidos
protervos y miserables.
Tierra que le dio cobijo
a hombres llenos de coraje
que pregonaban como él
las sagradas libertades.
Suelo de hermosos colores
que cayó en manos salvajes
y en hombres advenedizos
que llegaron de otras partes,
con la anuencia complaciente
de sus propios naturales,
y mancillaron su cuerpo
con maniobras infernales.

No solo tengo nostalgia.
Tengo encendida la sangre,
pensando que mi terruño
casi no le duele a nadie,
por eso siento que lloran
las letras de este romance,
porque entienden la congoja
que refleja mi semblante.

Freddy Belisario Capella.
The Woodlands. Texas.
Diciembre 13/2020.

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Comentario

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PLUMA ÁUREA
Comentario de Maria Beatriz Vicentelo Cayo el diciembre 13, 2020 a las 8:22pm

Sin embargo, la nostalgia,
de vez en cuando me invade.
Y más en estos momentos
que empiezan las navidades.

Y claro en NAVIDADES sobre todo, nos acordamos mucho más!  El primer año que fue Navidad después que murió mi esposo... Aaaaay ni un villancico podía escuchar!  Imagino ahora cómo será con la Patria..

Excelsas letras mi querido Freddy!

Vaya mi abrazo hasta donde estés!!


ADMINISTRADOR
Comentario de Delia Pilar el diciembre 13, 2020 a las 9:18am

Así es, Freddy ¡cómo duele la expoliación de la tierra donde uno nació y transcurrió las primeras etapas de su vida! ¡Más cuándo consideramos que ese acto es realizado con consentimiento y complicidad de los locales, aquellos que deberían defender sus riquezas con uñas y dientes! ¡Tierra tan bella como la que describes y que termine devastada por intereses "no santos"!

Hermoso tu poema, amigo.

Felicito tu inspiración.

Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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