Río de aguas sedientas
Nunca albergó la vida,
tantos deseos,
tanta armonía,
tanto amor,
en medio de una vejez,
con viejos pedestales de acero,
sobre cimientos baldíos,
sin firmeza .
Jamás emergió la maestra madurez,
si antes no se ejecutó,
una juventud inexperta.
Cada época conserva su belleza,
pero la mía prescribe,
buscando un camino,
un sentido,
para no vivir muriendo.
Voy callando,
voy riendo,
mientras me voy desplomando,
por un abismal farallón,
de viejas tristezas.
Recostado sobre mí lecho,
en medio de un tosco vacío.
esperando que mis aguas lleguen
a la mar
para que descanse mi río,
saturado de cortantes piedras,
y de incontables ausencias.
Asediado por fuertes tempestades,
mis aguas serpentean,
avanzan,
se estancan
y continua trasportando
por sus añejos cauces,
un torbellino de aguas sedientas.
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