PROVISTA POBRE PARA UN ISLERO

[JORGE SERNOQUI]

                                                  

 

 

 

                                         

PROVISTA POBRE PARA UN ISLERO

 

Con su canoa cargada a tope

peleando a remo la correntada,

con brazo fuerte, pechando el agua

se viene al pueblo, Daniel Taboada.

Sombrero aludo, bincha en el pelo,

cara redonda, sonrisa franca;

con un pañuelo blanco en el cuello,

la corralera muy bien planchada

una florcita en la solapa

y pa' lucirse, bota y bombacha.

 

Alza la tarde junto a la orilla,

el lomo erguido de la barranca

y tiende el río, allá en la isla,

un manto verde sobre su espalda.

Ya va entrando por el arroyo

que es una herida que se desangra,

a cielo abierto siguiendo el cauce

que junto al puerto, vuelca sus aguas.

 

Llega a la costa, baja  y amarra

con unos cueros, va pal' boliche,

en donde el trueque pone su marca,

provista pobre para su rancho

pero con poco, a el le alcanza,

Yerba, tabaco, harina y azúcar blanca

y si le ``suebra ´´algún cuerito,

una botella de caña fuerte

para esas noches que el frío avanza.

 

Vuelve contento para la isla

y su canoa abre las aguas

como una cuña en medio del río,

dejando estelas de marejadas.

Sabe que el rancho lo está esperando

y quizás pronto, haya una guaina,

tal vez un día tenga gurises

que alegren horas de pesca y caza.

 

Cae la tarde sobre la isla,

se agita el duende de la nostalgia

y como estrellas de ese cielo,

bichos de luces prenden sus lámparas

y los violines de viejos grillos,

le ponen música a la ranchada.

Chiflan contentos los siriríes

Marcando el rumbo de la bandada

Y mientras el río se vuelve canto

Llega a su rancho, Daniel Taboada.