Gruesas lagrimas le corrían
por sus pálidas mejillas,
que al secarse con el sol,
en nubecillas de vapor
todas ellas se convertían.
Aun había de aquel amor,
brasas sobre cenizas,
y caminaban por su cabeza,
fecundos recuerdos de penas.
Sus sentimientos andaban,
por desérticos terrenos,
y cuando la tarde declinaba,
el atardecer lo acongojaba.
Un suave calorcillo,
calentaba campos y casas,
y él con fervor se santiguaba,
esperando que la mujer regresara.
Aquella hermosa dama,
que alegría era en su soledad,
motivo de su sensibilidad,
y un dulce aliento en la cama.
Una afortunada mañana,
llegó ella llena de ternura,
y comprensiva se la concedió,
tornándose todo en dulzura.
J. Jesús Ibarra Rodríguez.
2017 .
Comentario
Elias Antonio Almada
Amigo poeta, te agradezco el estar aqui en mi pagina.
Mi gratitud te expreso por Destacar mi trabajo literario.
Recibe un fuerte y fraternal abrazo.
Bendiciones.
Mab D Avilla Roberts-dra.
Ilustre Mab, grata resulta siempre tu visita a mis letras.
Te agradezco el comentario y el significativo Destacado, que otorgas a mis letras.
Recibe abundantes abrazos fraternales.
Que la fortuna siga a tu lado.
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