POESÍA CON MORTAJAS DE AMOR
Disertación pronunciada el 21 de enero 2019 en la presentación del libro MORTAJA para mil ruiseñores (Crónicas poéticas) de Ronald Campos López.
Los poetas, desde la extrañeza, concebimos algunas fusiones de género literario. Hace poco oí el híbrido de poesía-documento, refiriéndose, la propia autora, a su más reciente poemario. Ronald Campos subtitula a su nuevo poemario como crónicas poéticas, quizás por el afán de un discurso que elabora poemas con elementos narrativos, aunque ellos queden muchas veces como pequeños relatos inconclusos o apenas sugeridos, entre los versos mismos y el lenguaje poético que sostiene los textos.
Hablar en todo caso de lenguaje poético ya ha sido cuestionado por nuevas teorías poéticas, que conciben todo tipo de lenguaje, incluso técnicos o profesionales, como capaces de ser utilizados en el discurso lírico. El manifiesto trascendentalista aún hacía acopio de esta idea de un lenguaje propio de la poesía, pero no subestimaba la necesidad de usar otros registros dentro de los poemas, aunque sí quería llamar la atención sobre los propósitos de ese lenguaje, cuando se confundían los elementos propios con el discurso filosófico, político o moralista, desviándose con ello el verdadero camino de la poesía.
En todo caso, Ronald, este joven tocayo que ya lleva publicados con este nueve o diez poemarios, en un lustro desde que apareciese su primer libro, nos comparte ahora un poemario que nos conmueve. Ya antes, la inspiración que deviene del dolor solidario se daba en un libro anterior: “Mendigos desde la tarde”, por donde pasaban las figuras metafóricas para reflejar a seres dolientes de nuestras calles, no solo mendigos, prostitutas y prostitutos, menesterosos de todo tipo, sidosos y otros de la colección de los sufrientes. En esa ocasión, la retórica un tanto prolífica, profusa de imágenes y desbordes formales, pienso que era una tónica, para significar ese alambicamiento de las circunstancias de sus personajes. También, en su anterior libro, “Poemas de Gante” se ensaya a veces un lenguaje híbrido entre lo oscuro y sucio de los parajes dolientes del propio ser, contrastado con una ambientación que lo sacaba de sí, y el alma que buscaba la redención dentro de esos parajes de soledad y extrañamiento.
Ahora, en estas mortajas, que siempre remiten a una colección de sudarios, tumbas dolorosas, cenisarios incensatos, cuando las muertes han sido producidas por la intolerancia, el odio, una especie de racismo o xenofobia contra lo que no queremos aceptar como parte de nuestra realidad, que podría por el contrario ser concebida como hermosa, porque si para nosotros el amor y la unión de los seres es hermosa, por qué no serlo sin importar quienes ejercen ese amor, quienes se unan y quiénes defiendan no solo su amor, sino hasta el derecho de vestir como les nace. Hemos arribado a un nuevo milenio y parece que aún no aprendemos que en la diversidad está la belleza y el encanto del mundo en que vivimos. Lo diverso del mundo de la flora y de la fauna nos lo muestran día a día. ¿Por qué tan reacios en aceptar esa diversidad en nuestra propia humanidad?
Ronald Campos bien comprende que estos poemas hacen tributo a la reciente incorporación que tres poetas costarricenses hemos dado al Movimiento humanista solidario, que se perfila hoy como una tendencia universal de la poesía, que salvando el principio de libertad expresiva y proclamándolo con claridad, comprende la necesidad de que la literatura nos sirva para salvar, salvaguardar, proteger el recurso humano sobre la faz de la tierra, en solidaridad con todos los seres vivos, y entre nosotros mismos, por supuesto. Esperamos que formalmente más poetas costarricenses se unan, porque ya lo están informalmente desde sus voces. Como se dice en la contratapa de este libro: Su palabra poética se edifica dolorosamente como parte del Humanismo solidario. Aunque ya esto sucedía desde sus primeros poemas, y sobre todo, desde sus poemas valientemente homoeróticos, que propugnaban para dar cabida en el arte al amor y el placer entre personas del mismo sexo.
Los elementos narrativos que se disparan en algunos de estos poemas, nunca pervierten el sentido de encontrar en estos textos grandes poemas, lenguaje poético contaminado o ampliado por la necesidad de decir, pero también de denunciar, pero también de sugerir, pero también de soñar. Es duro leer esta poesía, ya nos lo hace saber Uriel Quesada en su prólogo. Hay muchos otros libros temáticos que instauran la necesidad de acompañar los poemas con pequeñas crónicas, salidas de otros medios, como el caso de Laureano Albán en Biografías del terror, de Lucía Alfaro en Vocación de herida, y sin necesidad de transcripciones de otros textos, poemas de denuncia como la Casa de mi madre, de Marlen Ramírez, sobre la pederastia ejercida desde el mismo ámbito hogareño. También menciono el libro de la poeta panameña Ela Urriola, sobre la pederastia atada a las autoridades religiosas. Ahora bien, en el caso de Campos López, no requiere inserción de otros procedimientos, los títulos con fechas bastan como parte de la reseña que quiere darse a conocer y pequeños elementos narrativos o aprosados, así como la transcripción de elementos coloquiales propios de cada comarca en los poemas, reproduciendo el habla popular, así como la enumeración de nombres propios de las víctimas, el uso de onomatopeyas que refieren la transcripción sónica de las torturas, de los asesinatos:
“mis piernas aún ardiendo,
entretenido el punzón de sus patadas en mitad
de aquel parque
¡ChaJ!
¡Chaj! vertiginosamente
¡Chaj!
en mitad de mi ojo me dejaran
interminable (p.2)
De nuevo, ¿quién manda hacer lo irregular en la poesía sino la necesidad expresiva? Y por eso los efectos gráficos, las llaves, los márgenes disímiles, enmarcamientos con faltas ortográficas que visualizan la ignorancia de los perpetradores, como en la frase HACÍ MUEREN LOS MARICONES, el hací, con h y c., los rótulos en mayúscula, la inserción de diálogos en banderas diagramadas en forma cambiante o las letras descompuestas en espacios disímiles, los poemas epistolares con tramas grises, y muchos otros recursos, son abundantes pero siempre entre la abundancia, poesía del dolor, de la solidaridad, del sentirse uno con las víctimas. Porque, y esto es seguro, todos somos víctimas, cuando se victimiza a la gente de carne y hueso.
La corroboración de una poesía, fuerte, intensa, la podemos percibir en esta vivencia del trasvesti asesinado:
¡Desnudo lápiz labial que de pronto
perdió todas sus lámparas!
Vehículo al que la calle neónica ha apartado…
Porque al final el odio pudo más
y te trasvistió, Mario…
(p-ag. 4)
Es decir, lo trasvistió la muerte, que va sellando todos los espacios que antes eran probables para que deambulase la gente. Porque ahora Caminar hacia la noche, puede ser Caminar hacia la muerte, como sucede a los dos hermanos gemelos que ocho hombres confundieron…mientras se oye a la radio confundir el poema de la sangre hermana con un locutor deportivo: “Entre tanto / esta noche / en los deportes”.
Demostrar que la poesía se hace con poesía, sin importar qué pretendemos comunicar, es misión de Ronald Campos cuando cree hacer crónicas y nos regala estas instancias, dolor consustanciado con la vivencia de la otredad:
“¿qué es arder herido de muerte,
cuando el otro que eres y no termina
se levanta y sacude
la ácida mueca de las cenizas…? (p.20)
O cuando, como retórica justa e imprescindible, usa estas reiteraciones para imprimir el dramatismo:
“Pero debajo del café
lo esperaban las heridas.
Detrás de las chaquetas
de pie en los autobuses
lo esperaban las heridas.
Observando sus pasos por
los oyameles talados, los bulevares, alcantarillas,
lo estaban esperando sus heridas.” (p.21)
Veamos estos otros versos que parecen lúdicos, pero que son terribles:
“mientras los perros de la sombra
te insultaban,
y ustedes no decían nada,
ustedes tampoco dijeron nada,
tampoco ustedes reconocen
las cuerdas de su culpa
entre la cuerda de la nada!” (p.25)
Ese ustedes terrible que aparece como imprecación contra quienes matan hermanos, lobos de sí mismos, contra quienes no hacen nada en la indiferencia de dejar pasar, dejar hacer, cubrir a los culpables, nos debe doler a todos, los que alguna vez empujamos el carro de la ignorancia e hicimos oración por unos en detrimento de otros.
Son hermosas las utilizaciones intertextuales de Juan de la Cruz, cuando certifica que no pensaba referirse con sus versos a una de esas víctimas, a Jorge, mejor con nombre propio como el de Juan, También la parodia, sin ánimos de ironía, de un poema vallejiano: “Yo sé de un hombre / que en el secuestro, / insultado y violado / en mitad de su celda, / decidió abandonar los restos de su sombra”. p. 36.
Federico García Lorca nunca será un anónimo abandonado en un predio, o con sus huesos dispersos en una fosa común nunca encontrada, nunca será parte del olvido, pero ahora, adjunta Ronald al nombre del poeta, otros nombres, otras osamentas, y estos nombres que van llenando la pira fraterna del abrazo del poeta, debe ser también el osario sagrado que amemos todos los hombres y mujeres solidarios, que debemos hallar, en el amor, el camino.
Gracias, poeta Ronald Campos López, por ayudar a erigir estos andamios de humanismo, de abrazo verdadero, para coadyuvar en el sentido de la utopía, que nos acerque más al horizonte que soñaron los grandes Maestros, no los dioses falsos que siguen erigiendo con dinero los poderosos, esos que aún se encargan de la iniquidad y el odio.
Ahora sí, déjenme pronunciar al fin tu palabra, la palabra por excelencia de tu nuevo libro que con orgullo presentamos: Los ruiseñores han de seguir cantando.
Ronald Bonilla
Premio Nacional de Cultura 2015

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Comentario

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PLUMA DIAMANTINA
Comentario de Ronald Bonilla Carvajal el marzo 3, 2021 a las 11:50am

Gracia, amig Delia por tu comentario que nos honra y por el destaado, abrazos


ADMINISTRADOR
Comentario de Delia Pilar el febrero 26, 2021 a las 9:56pm

Una maravillosa presentación, Ronald; evidentemente, como has acostumbrado a tus compatriotas y colegas de las letras. En el versar de Ronald Campos López resaltan las grandes verdades del padecimiento social de nuestros pueblos, tan castigados por la miseria y el abandono. Sin tapujos muestra las hondas heridas de la represión, de la tortura y la complicidad con la barbarie que representa la indiferencia ante la crueldad. ¡Felicitaciones a los dos Ronald!

Aquí te dejo mi modesto reconocimiento por tan brillante presentación.

Es un gusto que compartas eventos literarios en nuestro portal, es una forma de ir ampliando nuestro conocimiento sobre los escritores latinoamericanos. 


PLUMA DIAMANTINA
Comentario de Ronald Bonilla Carvajal el febrero 26, 2021 a las 8:48pm

Gracias Benjamín, abrazos


PLUMA DIAMANTINA
Comentario de Ronald Bonilla Carvajal el febrero 26, 2021 a las 8:48pm

GRacias, Aimée, muy amable por tuw plabras y por tu petición, sería cuestión de ver un libro tuyo completo para estudiarlo, cuando lo vayas a publicar o presentar, abrazos


PLUMA ÁUREA
Comentario de Benjamín Adolfo Araujo Mondragón el febrero 26, 2021 a las 5:10pm

¡Genial intervención Ronald sobre el libro de tu tocayo!


PRESIDENTE HONORARIO
Comentario de Aimee Granado el febrero 26, 2021 a las 4:22pm

Maravilloso aporte, siempre poniendo en alto tu gran elocuencia, esta vez en una disertación llena de matices que por su excelencia dejan huellas, construyendo andamios de humanismo y creyendo en el poder existencial que hace diferencias en el camino hacia nuevos horizontes.

Gracias por tu compartir mi querido amigo. Tus palabras son inspiradoras y llenan de orgullo al poeta que levanta su pluma para acariciar el cénit con la abundancia del pensamiento que eclosiona en versos.

Un abrazo y ojalá algún día seas tú quien haga una presentación de mi obra poética.

¡Te admiro siempre!

Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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