Me acurruco en mi almohada de plumas
testigo fiel y mudo de mis noches de angustia,
buscando entre las brumas
algún poema que rime con sus pechos finos,
las nostalgias me aprisionan
mis párpado parecen hechos de acero frio
no se sellan en mis noches de delirio,
las letras no se cansan de trazar tanto desvarió,
aun escucho su llegar como si fuese una bailarina,
ya no lloro mis lágrimas formaron un nuevo río
y aun no encuentro alivio a este dolor tan mío,
es una penitencia eterna que no me da tregua,
en un desierto de fango se encuentra mi destino
y hundido en lodo todas mis corduras,
golpes de crueldad insospechada
me aturden los sentidos haciéndome vagar
po este invierno congelante y no encuentro alivio,
soy arroyo que se congelo ante la impotencia de mis días,
la lucha continua entre mis aspiraciones de volver a tenerte
y la cruel realidad de no volver a verte
y solo tenerte presente en mis noches de desvarió
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