De mi, les contaré
que tuve una edad,
en que no me agobiaban,
las infames tristezas.
No sé cuando perdí el rumbo,
ni en qué extraño planeta
aterrice.
Pero descubrí
que la vida,
es un mar amargo,
de desdichas
que de pronto,
me la encontré,
sentada sobre mi cama,
invadiendo mi privacidad,
apartándome,
de lo que era una vida feliz
y dejándome la existencia,
desocupada,
y saturadas de miserias.
Yo no llamé,
al ejecutor de la tristezas,
quizás sea el balancín de la vida,
que de un lado ríes,
pero cuando se devuelve,
te llena de tristezas.
Estoy hundido,
en el fango de la soledad ,
donde nadie escucha,
el eco de mi alma atormentada,
vivo,
dentro de un silencio cósmico,
que se cuela,
como agua entre las arenas,
de estas pocas letras.
Siento horror,
al ver,
que aún me quedan años,
sobre esta tierra,
para algunos bellas,
pero para mí,
sólo es como un mala siesta
y espero despertar ,
en la edad,
en donde no me agobiaban ,
las penas,
por hecho de haber
compartido la felicidad
con ella,
para que luego partiera
y me dejará,
al filo del barranco,
de la condena.
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