PASÉ POR TU VERGEL.

[Càstor A. Olivier O.]

 

 

Como cosa casual pasé por tu Vergel
digo, pasamos, porque tú ibas conmigo
ahora está verde tierno
neblinoso y extraño
un ambiente sereno y fresco como un Páramo.

 

Allí la clorofila fundió todo su ingenio
del azul del zafiro hasta el verde esmeralda
como un manto silvestre
la gramínea se extiende
cambiando la aridez por alfombra viviente.

 

En aquel suelo agreste ante un follaje muerto
de semillas latentes las plantas emergieron
y esa faz encendida
que refleja el verano
se convirtió en ternura se convirtió en invierno.

 

Sí, estuve allí en tu vergel
estuvimos, tú siempre estás conmigo.
al son de los colores
cual polícromo unidos
me separé de ti al menos mentalmente.

 

Ignoré mi presencia me envolví en el edén
para sentirme solo y penetrar en él

me fundí entre la niebla
vagué como un fantasma
rasgando las tinieblas de las cortezas anchas.

 

Traspasé entre las hojas mis células sanguíneas
y recorrí la savia en todos sus verdores

personas como troncos
de árboles en líneas,
la grama cabrillea allá en la lejanía.

 

Y el alba se refleja cual ventisca divina
en su verde naciente que estimula la vida

estuve en tu vergel
en tu edén, en tu refugio
me sentí confundido ante tus ojos turbios.

 

Y tú, rayo de luz, envuelta entre la niebla
en el albor naciente del ferviente Danubio
allí nos separamos
nos dispersó la aurora
entonces te perdí segundos, minutos, horas.

 

Me esfumé y te busqué en los colores rubios
que reflejaba el aura en la faz de las hojas
desande en tu vergel
me perdí entre tu piel
y hasta en la fotosíntesis busqué tu sangre roja.

 

Cuando estuve de vuelta ante los ojos tuyos
tú eras la más hermosa
entre todas las hojas.

 

 

© Cástor A. Olivier O.
El hijo del Cisne.
Venezuela