Ocaso.

 

 

 

 

Sentada al borde de su atardecer

con indiferencia va deshojando su vida

arrancando pétalos de bondad

y de amargas , crueles despedidas.

 

En su carita se reflejan añejas cicatrices de tristeza

el dolor está bordado hasta en las gotas de su llanto

en lágrimas  y espinas que brotan del quebranto

que inundan sin clemencia la frágil belleza de su ser.

 

No aceptó el oro ni la plata, ni vanos honores a sus pies

no tomó nada que aliviara un poquito su dolor,

lo que ella quiso y anheló fue la tibieza

de los brazos del  hombre que fue su gran amor.

 

Aquél que se ausento regalando una promesa

aquél que estando lejos su vida con tragedia terminó.

La carta que llegó ha marchitado su sonrisa

misiva escrita en sangre que secó su corazón.

 

Y sentada en otros  tiempos se adentra  en los recuerdos

la belleza del ocaso la llena de dolor

si pudiera volar como hace el viento

se perdería cada tarde como se pierde el sol.

 

Carlos Eduardo Lamas Cardoso.

Derechos reservados.

 

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Comentario

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Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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