NOCHE DE INSOMNIO

[J.Jesús Ibarra Rodríguez]

                                                                           NOCHE DE INSOMNIO.

Adolfo miró con sus ojos grises, el cálido atardecer rosa perlado,y comenzó a sentir la dolorosa sensación que le producía la llegada de la noche. El sol abandonó el cielo y las sombras cubrieron el pueblo.Estaba en su casa y se dirigió a su dormitorio, para iniciar su tarea diaria de tratar de dormir.Se acostó y empezó a dar vueltas en su cama, pensando en la hermosa Linda el amor de su vida.En esas horas nocturnas repasaba todos aquellos momentos inolvidables,desde que la conoció hasta el día que se alejo de el.Miró el techo,luego una pared y surgió en su mente aquel pasaje, cuando su amor por Linda florecía.Se imaginó que caminaban los dos por verdes y hermosos parajes, escuchando el mágico canto de los arroyos,viviendo el amor como una obra milagrosa.

Adolfo sentía una gran tranquilidad al ver sus ojos color marrón, y se embelesaba con su delicioso perfume y al tocar sus suaves manos.Disfrutaba al acariciarle el pelo castaño suave como la seda.Compartían una felicidad al grado extremo.

Hasta ese momento sus pensamientos eran agradables, pero al fijar la vista en el suelo, el sol abandonó su mundo,se recrudecían los dolores de las cicatrices amorosas.Entonces su voz llorosa y quebrada llamaba a su amada Linda, la del rostro encantador y esplendida belleza.La amargura es una debilidad y Adolfo estaba muy débil.

Apenas daba comienzo la noche de insomnio.Recordaba a Linda a su lado y la forma en que se querían,sin pensamientos dañinos,en forma espiritual, con amor y con respeto.

Luego evocó el momento de la separación,cuando se hirió su corazón, y la desilusión le provocó sollozos y lagrimas quemantes como el fuego.Recordó también el triste pasaje cuando a raíz de la partida de Linda,se tiro en la cama esperando ser curado,con ojos adoloridos de tanto llorar. No lo consolaban los aromas de las flores ni el canto de las aves, y menos tomar unos alcoholes.Ademas se acordó que después de esa época tan difícil, buscó romper esa cadena que lo ligaba a un recuerdo insistente, y que trató de resanar esas heridas que después con el tiempo se convertirían en cicatrices.

Finalmente llegó la luz del amanecer como una balsa salvadora, para llevar a Adolfo por mares cerúleos, quietos y de suave oleaje.

Adolfo se levantó y salió a la calle para perderse entre la gente,y caminar por las calles distrayendo su mente.Ya no quería pensar en Linda.

No sabia que unos metros mas adelante, estaba otra mujer que vendría a cambiar su vida y tornar el sufrimiento en felicidad.Que este otro amor, le quitaría el temor a la llegada de otra noche de insomnio.

J.JESÚS IBARRA RODRÍGUEZ.

Delegado Cultural UHE.

D.R. México.

[MÓNICA LOURDES AVILES SÁNCHEZ]

  BESOS.