Nada es imposible.

[Cecill Scott]

Nada es imposible.

 

Llegué a este mundo en silencio, un día de hace ya, muchos años.

Tranquila, dócil, afable, cariñosa y muy expresiva.

Para algunos, transparente, a tal punto que las personas podían ver

a través de mí, según mi abuelo.

Mi abuelo, un gran hombre de aquellos que ya no se ven en estos

tiempos “modernos”.

Nacido a principio del siglo 20, emergió hecho hombre, caudillo de

noches en vela, celador de la tierra soñada desde mucho antes que

el día alumbre con intensidad diáfana. Me enseñó a ver la vida,

más allá, en donde termina la visión de los hombres, me enseñó

a escuchar el silencio, más allá, de lo que el silencio permite

escuchar, me enseñó a sentir el susurro delirante del viento,

más allá, de lo que mi piel pudiese percibir.

Un día, sentados bajo la protección de la arcaica higuera, me contó

una de aquellas historias que marcan la vida, que encantan,

envuelven y maravillan, que motivan y provocan, aquellas historias

que hacen soñar y pensar que todo es posible en la vida, que sólo

has de cultivar la paciencia en tu espíritu que hace nacer en ti,

la renuncia y la mansa entrega total a tus sueños.

Nada es imposible, decía…"Sueña, sueña, sueña cada día de tu vida,

sueña, pues los sueños no son malos, ellos te socorren en momentos

de peligro, ellos te levantan si te has caído, ellos te consuelan

en los instantes de angustia y dolor, ellos te harán volar, cuando

el amor y el cariño cubran tu existencia, ellos te regresaran al

verdadero camino cuando sientas que te has extraviado, ellos

te mantendrán con vida para que puedas cumplir tus sueños".

Y soñé, soñé y soñé cada día de mi vida.

Y seguiré soñando, pues mis sueños hoy son otros, nunca dejaré

de soñar… pues en esta vida, nada es imposible.

 

Cecill Scott.