Caminaba cavilando
sobre la raíz de la existencia,
sin poder descifrar,
el porqué una bella flor
adornó mi vida de impaciencia.
Mis memorias irresponsables,
sin querer la perseguían,
rápido y sigiloso,
iban mis deseos tras sus huellas,
mas ella como río reservado
huía de mis antojos.
Seguí mi camino río abajo,
mas el torrente,
se hacía cada vez más fuerte
y más lejos de mi huía.
Sus dulces aguas,
de mi se reían a su antojo
mientras ,
que yo de cerca la seguía,
y la impaciencia,
por mis venas veloz recorría,
ya cerca del océano,
percibí,
su mano blanca decirme adiós,
con su pañuelo de agua
y se perdió,
entre azul el mar,
despojando de mis memorias,
la bella melodía de su río
y del fresco olor de sus memorias,
que de la nada se volvió,
en recuerdos.
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