Mejorar el mundo.

Toda mi vida, por diferentes medios he escuchado decir que el género humano es la creación máxima, la obra maestra y una verdadera maravilla sobre la tierra.
Si bien es cierto que tenemos como ventaja sobre el resto de las especies el razonamiento, éste pocas veces ha sido certeramente utilizado a lo largo de nuestra historia.
Cuando Dios creó al hombre y lo acomodo en el jardín del edén, dándole todo lo necesario para su comodidad y sustento, nuestro padre Adán fue tentado por el pecado… ¡y cayó! Fue entonces expulsado del paradisiaco edén en que habitaba y ahora todos pagamos las consecuencias de su desobediencia.
La historia siguió su curso y al paso de los años, Dios, temeroso y horrorizado ante el comportamiento de su pueblo, decide acabar con él. Para ello, genera el diluvio y solo salva a Noé y a su descendencia por ser buenos y así continuar y perpetuar nuestra raza humana.
Sin embargo, nuevamente al paso de los años el comportamiento del hombre sigue siendo obsceno y destructivo.
Una vez más, Dios se vio obligado a intervenir y en un acto máximo de amor, envió a su hijo Jesús a nosotros. Encarnado como hombre y viviendo como tal. A éste gesto de de amor, nosotros pagamos con una violencia extrema; hasta llegar al punto de convertirnos en menos que bestias y volcar toda nuestra furia en el cuerpo de nuestro salvador.
Aun así, después de éste sacrificio, el hombre ha conservado en su interior la maldad. A pesar de corazones bondadosos y amorosos; a pesar de personas que buscan incansables la paz y el amor entre los hombres, nuestro comportamiento destructivo permanece.
En la historia moderna las guerras han sido y son el pan de cada día. Vietnam, Irak, Afganistán, guerras mundiales, la guerra fría, la guerra santa, y un sinfín de conflictos bélicos. Los intereses por el poder y el dominio tristemente han generado guerra tras guerra.
Hemos conocido hechos tan inimaginables como el Holocausto, que nos mostró que tan bajo y desalmado puede llegar a ser el hombre.
Escudados en el nombre del Señor, se conquistaron y literalmente se masacraron pueblos y culturas.
A pesar de los grandes avances en conocimientos y en tecnología; A pesar de tener una gran capacidad de amar y ser amado, el hombre ha perseguido y buscado siempre la maldad. Ha preferido caminar por el lado obscuro, por el rumbo de la sangre, el odio y el rencor.
Hace pocos días un joven masacró a sangre fría a 20 niños y 6 adultos. Sin pensar. Sin una razón, porque ¿qué razón puede haber para hechos tan aberrantes?
Qué extraña manera de demostrar que somos los “reyes” de la creación.
Es tiempo de bajarnos del pedestal en el que nos hemos instalado y reconocer sinceramente nuestros errores, nuestra absurda forma de pensar y aun más absurda forma de actuar.
El día de mañana, 21 de diciembre del 2012, se termina un ciclo de nuestra humanidad. A pesar del amarillismo y del fatalismo, creo que el hombre seguirá habitando y caminando en éste mundo.
Es por ello que los invito a reflexionar un poco. Los invito a cambiar nuestra actitud y vivir ayudando, sirviendo y amando a los demás.
Es el momento de cambiar y de hacer el cambio. Es el momento justo para demostrarnos que como raza podemos ser mejor y lograrlo.
Es el momento de perdonar y de sanar nuestros corazones.
Cambiar el rumbo, caminar por el lado de la luz, por el lado del amor y de la hermandad para juntos poder ver un nuevo amanecer lleno de fe, de paz, de amor y de esperanza.
Anda, ven conmigo, te invito a mejorar el mundo.

Carlos Eduardo Lamas Cardoso.
Derechos reservados.

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