En un traje de ingenuidad envuelto,
Matías creía con gesto resuelto,
que cual Maestro de Astronomía,
el lenguaje de la luna comprendía,
por un raro y extraño sortilegio.
Matías a todo mundo le decía,
que dos clases de luna había,
una conteniendo una suave luz,
y otra que muy callada vivía,
y que el conocía muy bien a las dos.
El amaba sus pálidas luces,
y seguía su graciosos giros,
miraba su blancura en silencio,
que cruzaba las olas de nubes,
y paseaba ligera a ras del suelo.
Matías refería que la blanca luna,
a todos les daba buenos consejos,
sean felices insistente pregonaba,
sean joyas de los oscuros pantanos,
y busquen el ideal de los paraísos.
Oigan su cálido canto decía Matías,
desde el rojo y magenta atardecer,
hasta que tome su plateado color,
y sus rayos alegren a todas las vidas,
que moran en todas las tierras.
J.Jesús Ibarra Rodríguez.
Delegado Cultural UHE.México.
D.R.2013.
Comentario
Maria Adiela Londoño de Copete.
Gentil Poeta y apreciada amiga,recibo tu visita con alegría.
Tu felicitación es muy bella y me siento muy halagado.
Gracias.Abundantes abrazos.
Que Dios te brinde buena ventura.
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