El vecindario duerme

bajo la tenue luz de la luna,

en calma se queda mi calle,

a lo lejos un perro aúlla

y la melancólica música de la soledad,

ensordece mi alma.

En silencio se van desvistiendo

mis viejas llamas,

mientras navego en un mundo real,

donde la paga por ser viejo,

se cobra cada día,

con un sobre lleno de recuerdos.

Una y otra vez,

la fría noche me cubre con su negro velo

y vuelvo a pensar en los tiempos,

en que el verdugo de la ausencia,

no era mi dueño.

Hay un escalofriante silencio

en mi cuerpo,

que hasta escucho mi lento respirar,

y creo percibir,

el afligido meditar de mi canoso pelo.

Mis ojos llenos de desaciertos,

se hicieron amigo de un viejo televisor,

su sonido me es tan familiar,

que hasta cuando descansa

este viejo cuerpo,

me acompaña,

para no sentirme como una marioneta,

de la soledad perversa.

La vida sólo me ha dejado,

un ramo de hojas secas,

del rosal sólo las espinas

y del amor,

 un ramillete de besos muertos.

 

 

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Comentario

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Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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