Antes de realizar una breve reseña sobre la obra DE ESPADAS Y DUENDES, del escritor argentino Marcelo Moreyra, voy a permitirme una reflexión, para los lectores. Como es sabido por muchísima gente, el viejo Mester de Juglaría, fue un movimiento construido por los juglares. Estos, en la Edad Media, eran cantores que iban de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, de corte en corte, recitando versos con las hazañas cumplidas por los héroes del momento. Como puede intuirse, tal literatura era solamente oral. Sus estrofas eran de un número ilimitado de versos hexadecasílabos (16 sílabas),monorrímicos (una sola rima) asonantes. Es de pensar que los juglares, en algún momento hacían una pausa, debido a que los versos eran demasiado largos. Observaciones posteriores dieron cuenta de que tal pausa era hecha en el centro del verso, como es natural pensarlo. Estas pausas centrales constituyen lo que hoy día se llaman "hemistiquios". Ahora bien, cuando los juglares partieron cada verso por la mitad, les resultaron versos octosílabos, pero con una característica muy particular: los versos impares quedaron como versos libres (sin rima) y los pares siguieron siendo monorrimos asonantes. Así nació el romance. Primero oral y, en consecuencia, anónimo. Ejemplos son el ROMANCERO DEL CID, el de LOS SIETE INFANTES DE LARA. Veamos este verso del romance antes citado: “La mala de doña Lambra // para el conde ha adeliñado”. , o este otro del Romancero del Cid: “E los que conmigo fuéredes // de Dios hayades buen pago” . Las doble barras inclinadas, colocadas por nosotros, indican el lugar del verso en donde se detenía el juglar. Luego, la estrofa fue aceptada por los poetas y fue entonces cuando nació el romance escrito, con las variantes que ya oralmente hacían los juglares. Dos ejemplos son el ROMANCERO GITANO, de García Lorca y DE ESPADAS Y DUENDES, de Moreyra. Esto quiere decir que cuando escribimos un romance, construimos una o más estrofas con un número ilimitado de versos. Tales versos , cuando son impares, no riman con nada. Cuando son pares, todos riman asonantemente.
Conocedor de estos antecedentes, Marcelo Moreyra va construyendo su libro, de una manera orquestada formalmente. Detengámonos en este ejemplo, tomado del romance “Lluvias de octubre” , p. 21, y constatemos la fidelidad ante la construcción de la heredada estrofa
Hierve la bruma en las piedras........... (8 sílabas, 0 rima)
con azules llamaradas........................(8 sílabas, rima asonante en a-a)
abren la siesta los duendes.................(8 sílabas, 0 rima)
con su alforja de chicharras,...............(8 sílabas, rima asonante en a-a)
naranjas de breve ausencia................. (8 sílabas, 0 rima)
entre las manos calladas..................... (8 sílabas, rima asonante en a-a)
Hasta ahora nos hemos detenido únicamente en la forma de la expresión. En la cita siguiente, hemos observado el cumplimiento de la ley del acento final, en el tercer verso, finalizado en una palabra esdrújula y el uso de la dialefa, en el cuarto verso: de - a - zu – la – dos... y no: dea-zu – la – dos... En el nivel de la forma del contenido, Moreyra nos aporta un conocimiento que va desde su mundo afectivo, como en “Día sin rosas”, p.18: “Tampoco traje las cuerdas / musicales de los días / ni la cítara de pájaros / de azulados contornos. / Sólo (sic) los brazos cansados / de la tierra retorcida / y los rumores dolientes / de la espalda con espinas.”, hasta el conocimiento de su entorno misionero (Aclaro, no es cura. Es natural de Misiones), palpado en “Cañón azul”, p.25, en “Caburé-í”, p.97 y en “Mi tierra”, entre otros. Pero no se detiene en el localismo, eleva también su voz, para darnos a conocer el mundo argentino, como en “Viento de Otoño”, p.49, en “Estación”, p. 126, en “Veteranos de Malvinas”, p.134 y en “El mate”, p.57. Y al abandonar el localismo se hace poeta nacional. También nos acerca a un sentimiento latinoamericanista, en una especie de concierto universal, pero desde la América nuestra, como puede notarse en sus poemas “Cuba”, p.114, “Sudaca”, p.124 y, fundamentalmente, en toda la parte denominada “A la Aboriamérica”.
Ahora bien, como suele suceder en muchos poetas, a veces se cuelan algunos descuidos métricos, como cuando utiliza versos heptasílabos en el desarrollo de algunos poemas. Son algunos ejemplos: “Hoy no te traje rosas”, en “Día sin rosas”, “Con espadas y duendes”, de “De espadas y duendes”, p.100, que con un poquito de calma, hubiesen podido ser “Hoy yo no te traje rosas” o “Con espadas y con duendes”. Otras veces usa eneasílabos, como en estos casos: “el ‘Fortunato’ sin fortuna”, de “Veteranos de Malvinas”, o en “levantando oscuras palomas / desterrando soles y esencias”, de “De espadas y duendes”. Sin embargo, los descuidos señalados en la bien orquestada obra, como la definiéramos supram, no son impedimientos relevantes para no decir que DE ESPADAS Y DUENDES, de Marcelo Moreyra, es una obra que puede inscribirse dentro de los parámetros para la enseñanza del romancero. Muchísimo menos para no recomendar su lectura, que a nosotros nos pareció maravillosa.
Comentario
Muy interesante y didáctico aporte, estimado amigo.
Gracias por compartirnos estos elementos tan importantes que enriquecen nuestro acervo y por recomendarnos la lectura de una obra que nos inspira y nos enseña la dinámica para lograr la armoniosa melodía de un romancero.
He disfrutado mucho la lectura de su compartir tan instructivo.
Un abrazo cordial.
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
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