Las perlas de la dama
De brillos, de luces la luciérnaga,
curiosa y tenazmente golpetea,
majestuosa, en la cópula revolotea,
tras el velo obscuro de la ciénaga.
Amores son, en el lánguido amanecer;
¡Nada es igual, el ritmo se acelera,
mis pechos erguidos en la espera,
y del llanto al canto volver a renacer!
¡Nada es igual! Se tejen blancos versos
con hilaza de seda y cadencial cadena,
de mares nocturnos y luna serena,
luz de plata y arena, rosarios y salmos.
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