Se tiñe de amarillo,
el traje avejentado de mis días,
mientras el frio consume,
el resto de mi travesía.
De las palabras de antaño,
ya no brotan ni una gota,
y del negro de mi pelo,
solo restan canas achacosas.
Si mi piel fuera lozana y fresca,
recorrería de nuevo,
las mismas sendas,
donde la brisa,
era alegre,
y el amor ,
más que unas letras,
Hoy con los sueños vencidos,
peregrina mi alma,
por el escaso camino,
que recorren,
mis pies dormidos.
Si la inmensidad del cielo,
pudiera hablar con mis letras,
les diría,
como se muere de pena,
un poeta.
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