LA PROMESA
Y tal como nos habíamos prometido años atrás solemnemente,
volveremos a amarnos en un atardecer invernal intensamente,
en algún hermoso bulevar de Londres o de París, para siempre,
paseando, lentamente, por las calles largas y frías de diciembre.
Mi corazón maduro, trigal de otoño, aguarda anhelante tu retorno,
para ofrecerte de mis labios almíbar, y de mi alma dulce ambrosía.
Te abrazaré, con tanto amor, hasta enterrar mi corazón en tu seno,
llenando tus dorados años de intensa emoción y sublime melodía.
Soy voluntad y fiel deseo viviente, el cumplir la sagrada promesa.
Desciende el Sol en Poniente, vuelve a fulgurar la Luna reluciente.
Así también, amada mía, mi corazón suspira estrecharte ardiente.
¿Qué más disponer falta para tener aderezadas la cama y la mesa?
Dispuesto quedará el magnífico banquete: nuestro paciente amor;
y, así, comeremos y beberemos nuestras carnes, nuestros fluidos.
Saciados y complacidos, dormiremos en nuestro lecho de sueños,
embelesados en sinfónica armonía de caricias y arrebato de ardor.
Quedará todo consumado, amada mía, mi alma estará en tus manos.
Con el vino de nuestra pasión, el grial de nuestro amor llenaremos;
porque el gran día de celebración pronto viene, con alegría intensa,
el dulce cumplimiento del compromiso más bello: nuestra promesa.
Luis Ricardo Landeo Ponce
Lima - Perú
Derechos reservados
Comentario
Las promesas reciben valor al ser cumplidas, y más que más, las relacionadas con el Amor, tanto en Londres, París, como en cualquier lugar del mundo.
GUSTÉ LEERTE, POETA
Shalom amigazo
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