DESDE LA TORRE, LA CIUDAD, LA MUJER: LOS OJOS DEL NUEVO TIEMPO QUE NOS LLAMA

Disertación en la presentación del poemario Desde la torre, la ciudad. De Laura Zúñiga.

La ciudad puede mirarse desde diferentes ángulos, pero solo tenemos los sentidos para percibirla: ojos, olfato, oídos, tacto.

Podemos verla desde diferentes emociones también. La perspectiva deviene cuando la miramos de largo, de cerca, de adentro , desde afuera, en el recuerdo. La emotividad depende desde los sentimientos en que nos  reflejamos en ella. O bien, desde aquellos en que la reflejamos en las palabras o en las imágenes,  desde nuestra intertextualidad.

Esta San José la aborda Laura primero  como refugio del amor y los desamores: alas en sentido contrario pero partes indivisibles de la realidad.  La ciudad es el marco para decirse y decir las emociones. Primero es Viernes y se emerge de “la fiesta sensual / de mi cabello de cosmos y vorágines.”  La San José aún anda entre cafetales y el amor se percibe desde el recuerdo, primera postura. Y los días siguen sucediendo, porque el espacio no es más que abrigo del tiempo: el tú se mimetiza con el Domingo y el amor se realiza: “y así me desnudas / sobre las sábanas sin tender, / apacible domingo en tu cabalgadura”. Las señales del erotismo son preclaras y significan al yo lírico.  El lunes todavía continúa este diálogo de Eros para que las semanas se dejen satisfechas. Y el amor se vuelve epifánico, se consustancializa con la eternidad. La comprensión de que el amor nos trasciende: “sentí tus besos que ya no fueron míos, / fueron de la eternidad  / que nos consumió en su paso gigante / y entregado  a todos los que aman”. El amor de pareja percibe a los demás, a la otra otredad que deja de ser externa para incorporarse al proceso  de un misterio mayor.

Entonces viene la primer marca de una perspectiva otra: la ciudad desde arriba, ya no en sus adentros como lo planteaba en Viernes. Vemos el poema que da título a todo el libro: Desde la torre: la ciudad. La torre erigida para lograr una distancia desde donde se percibe la ciudad como al amante. Esta alegoría cobra vida con una mirada que no cesa de ser presente aunque se retrotraiga a pretéritos cercanos. Esta mujer expectante se recuerda en la banca, con su paso correteado por cartones, mientras repican las campanas. Ella, desde arriba, intenta adivinar el pavimento y se percibe “declarante de su amor.” Al fin logra la metáfora que transforma a esa ciudad en un puñado de azúcar que se bebe en el té, y se perpetúa en la piel de telaraña con que siente  la ciudad, ahora por dentro. El ojo visor que avizora desde arriba como un águila, ha procesado una sensación de pertenencia muy fuerte. La ciudad es también desde el amor ese objeto capaz de vivir en nosotros como algo que se desea y se consume. Sin duda, uno de los mejores poemas del texto lírico, requiere cierta licencia de ruptura, como iniciar las estrofas en minúsculas, así logra una continuidad que no cesa en los puntos.

Percibir entonces la ciudad desde todos los sentidos: en el poema Orquestada, toda referencia es auditiva, la música es el componente del Eros. En Conserva se hace énfasis en los sabores, el almíbar. La referencia concreta es “todo sabe mejor”.  Lo degustativo pasa por la humedad “remojada en madurez”. Las señales dicen al yo lírico en su libertad sexual, la poesía de género conquista el derecho a la propia satisfacción. 

La vida es para el disfrute. No hablemos…el Carpe diem es ese gozo en contra de la seguridad de la muerte que nos espera. Laura Zúñiga no es una poeta que se oculta en las palabras ni en las metáforas, ellas solo existen para decirse con potencia. Se acude también a los conceptos sin temor: la inconsciencia, la constancia, la libertad de la que hablé. Esos conceptos fluyen entre los sentimientos  y las sensaciones; a veces, parece que la ciudad desaparece, pero ella es el marco donde habitamos, la casa también la representa:  “sin la ducha de antesala, / sin complejos”, nos habla para hablar en la desnudez, pero luego va a los parques: “negociemos”.  La poeta debe decirse en todos los contornos del deseo. Así lo hace. Sus poemas realizan el amor, por eso la castidad está en los besos y la tertulia es el contrapunto del encuentro sexual.

Muchos elementos señalan al amante en la ciudad, el malabarista, el saltimbanqui, su risa. Ese espacio urbano solo puede ser algo que nos rebalsa.  Sí, se suceden los poemas como copas del delirio de los sentidos. Si el lenguaje es oralidad en el otro, es escritura en el yo lírico. Y también en el nosotros: “los labios verbos imperfectos / que accionan el torrente de las caricias” (Escritura). Si el azul es el símbolo, lo cotidiano es mencionarnos “cerca del teatro”.  La espacialidad para percibir “el silencio de tu aroma”. Vean como están entrando todos los sentidos.

La ciudad va por dentro, no solo se grafica desde la torre. Esa es solo un pasaje de la perspectiva, de la percepción más viva del viaje de la poeta. Una poeta que también se mira caer desde su balcón entre lo que mira. “A lo lejos las turbinas gitanas / de la ciudad que nos mira…”…“Te hago el amor en el aire / mientras caigo”. Se trata este libro quizá de sentir con Laura, sus precipitaciones, sus sensaciones, porque son designios de dogmas que han venido cayendo, desde que la mujer logró su propia voz para decirse sin tapujos. “Esta copa de vino / es una torre de cartas / donde subo y te alcanzo”. Los libros andan entre sus cosas, muchas veces.   El olvido es imposible aunque se sobrelleva, la poeta es una pintora y se percibe en un taxi y ve difuminarse “tu estancia en mi pintura”.(Desde mi paisaje).

La poeta también reacciona contra la neurosis, ¿quién no es neurótico en medio de la ciudad que también amamos? Ella anhela: “Evaporarme. / Observarte /  como un dios para que no duela”. Quizá porque todo amor implica el dolor de la realización y del posible abandono. (El destino separador al decir de la poeta Zúñiga, que ha desarrollado su propio lenguaje, su desciframiento en este poemario: catarsis y definición).

La segunda parte Desde la ciudad: una mujer.

La marca temática puede ser sutil, pero tratemos de indagarlo: lo primero que salta al lector es la postura de género, la mujer debe decirse, decir su vida y sus amores, en un entorno donde ha sido el macho que la ha ultimado, le ha robado el verbo, le ha juzgado. La mujer fue condicionada, a ella le exigieron ser de acuerdo al patrón externo, social, patriarcalista: “Mi piel mudó y ya no fui / bruja, puta o santa…/ sino mujer”. Son los poemas de la reafirmación de la que hace tiempo vienen dando cuenta las poetas; Laura lo hace con un estilo propio, fuerte, descarnado, pero siempre poético. Es un reclamo y es también el nacimiento: Génesis de mujer. Ahora, la poeta, ya no habla solo en primera persona, contempla en la ciudad a la otra, que es después de toda la sí misma, una mujer en la calle, maquillada. Por eso, la denuncia: “no dicen mi nombre, me dicen madre, esposa, amante”. La poeta representa a todas, y en un acto de amor como se concibe para ser, ofrece su beso: “víctima sacrificial de esta palestra / para tener nombre.”(El beso sacrificado). La mujer ha tomado su lugar respecto al Él, al ello: Yo me quedo / con los cantos, /el arte, mi cuerpo, /mis palabras, /la savia llena de universo”. Sí, con Laura y con miles de mujeres, millones, estamos asistiendo a un nuevo milenio, quizá, no el milenio de la igualdad, sino el milenio de la supremacía de lo femenino, que nos ayudará a reivindicarnos a nosotros, en tanto varones, seres sociales con sentido de pertenencia. Esa prorrupción de rebeldía en Laura deshace todas las componendas, intenta un nuevo lenguaje que le pertenezca. Rebate las ideas con las que la intentaron formar, la enajenaron, la condicionaron: las ideas religiosas, las políticas, las ideas de la dominación.

Por eso ahora la mujer puede ver con mejor perspectiva. Deviene la tercera parte: La ciudad desde mis ojos. Es quizá ahora la denuncia, el clamor por esa parte de la ciudad que muchas veces no queremos ver: la de los indigentes, la de los despojos humanos que deambulan, que duermen de calle. La poeta ahora ve en la otra otredad, también su propia sombra deambulante, ligeramente desconocida, triste, solidaria. Es la miradora, la que pinta el afuera desde el autobús. “La calle es entonces solo una cicatriz”. Y a veces se vuelve la mirada a otras, las pequeñas ciudades, y el pincel sigue su camino, aunque estemos insertos en el paisaje: “Somos hormigas /cargando pantallas / devoradas como verdes hojas / secuestrados nos tienen los píxeles”. (Éxodo de hormigas). De alguna manera, la viajera que mira hacia todos lados, está también huyendo.

Y por eso la desolación, la devastación: Desde la ciudad: lo que fue.  Esta desolación que se advierte en la poeta Laura en este último segmento, es en la búsqueda de un mensaje ecológico. En el primer poema Moribunda, la ciudad fue sustituida por el Térraba y el Arenal, el sol se diluye, el árbol se ha vuelto innombrable en la memoria,  aparecen mamíferos hermosos, plantas, aves, ranas. Pero hay un verdugo…Moribunda es la vida que nos rodea. Solo el hombre es capaz de construir el caballo de Troya para la destrucción de su propio hábitat.  Ahora, contraponiendo el ambiente rural, la costa y el mar, se construyen poemas que hablan de la muerte. La ancestralidad aparece y es entonces cuando comprendemos que la naturaleza es nuestro propio hogar, no el que hicimos de cemento y mugre. La poeta al fin se comprende parte del Universo y hace sus conexiones.

Este es un libro para auscultarlo en el silencio, cuando apaguemos la luz seguiremos estos poemas buscando nuestro propio encuentro con el sí mismo, con el centro de todo lo que tiene un corazón. Gracias, Laura por esta entrega, a veces enigmática pero siempre certera en sus preguntas.

 

 

Ronald Bonilla

Premio Magón de Cultura 2015

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Comentario

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PLUMA MARFIL
Comentario de Liliana MarIza Gonzalez el mayo 29, 2021 a las 3:31pm

Excelente reseña

Gracias 

mary


PLUMA DIAMANTINA
Comentario de Ronald Bonilla Carvajal el mayo 29, 2021 a las 10:08am

Gracias, por tu valioso comentario, un fuerte abrazo-


ADMINISTRADOR
Comentario de Delia Pilar el mayo 28, 2021 a las 4:15pm

Un prólogo que es un verdadero lujo, Ronald, y el libro indudablemente una joya literaria. Observo que aborda temas de actualidad (feminismo, ecología, marginalidad) y, por lo que deja traslucir tu texto, lo hace con maestría, coraje y belleza. Una excelente representante de nuestra poesía latinoamericana que sigue dando al mundo muestras de madurez. 

Gracias por, una vez más, informarnos con maestría de las novedades que, en materia de literatura, van produciendo nuestros escritores hispanoamericanos.  

Un abrazo.


PLUMA DIAMANTINA
Comentario de Ronald Bonilla Carvajal el mayo 25, 2021 a las 6:17pm

Gracias, Benjamín, un fuerte abrazo


PLUMA ÁUREA
Comentario de Benjamín Adolfo Araujo Mondragón el mayo 25, 2021 a las 4:21pm

¡Excelente reseña del libro de Laura Zúñiga, Ronald!

Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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