Con mis manos aún vivas,

llegué a rozar las puertas del cielo,

cuando su boca encendida,

me obsequiaba,

la miel celestial,

de sus paradisíacos besos.

Mi ser temporal,

se elevaba,

cual ligero vapor,

hacia la gloria divina,

donde el mismo Dios,

al advertir mi perfecta ventura,

“feliz sonreía”…

Autor: Marco A. González Almeida

 

Vistas: 84

Comentario

¡Tienes que ser miembro de ORGANIZACION MUNDIAL DE ESCRITORES. OME para agregar comentarios!

Únete a ORGANIZACION MUNDIAL DE ESCRITORES. OME

Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

Your image is loading...

Insignia

Cargando…