Con mis manos aún vivas,
llegué a rozar las puertas del cielo,
cuando su boca encendida,
me obsequiaba,
la miel celestial,
de sus paradisíacos besos.
Mi ser temporal,
se elevaba,
cual ligero vapor,
hacia la gloria divina,
donde el mismo Dios,
al advertir mi perfecta ventura,
“feliz sonreía”…
Autor: Marco A. González Almeida
© 2024 Creada por Aimee Granado Oreña-Creadora. Con tecnología de
Insignias | Informar un problema | Política de privacidad | Términos de servicio
¡Tienes que ser miembro de ORGANIZACION MUNDIAL DE ESCRITORES. OME para agregar comentarios!
Únete a ORGANIZACION MUNDIAL DE ESCRITORES. OME