Creo escuchar dos palabras viajeras,

que me son tan familiar,

tan sinceras,

que se asemejan,

a la clara luz de luna,

al ilimitado azul del cielo,

al palpitar placentero de mi corazón,

cuando entre mis amorosos brazos,

ella desbordada de pasión,

se rendía.

Busco entre mis viejas memorias,

algunos agraciados versos,

para alabar ese amor,

que atraviesa inaccesibles fronteras.

La adoro,

 Hasta lo inagotable de mi esencia,

la adoro,

 no importa

si es en centro de la tierra,

o si es en el extenso cielo

o bajo el inclemente silencio,

de su agraciado cuerpo,

que no se hereda,

o entre las delicadas flores,

que me regalan sus agraciados recuerdos.

 

http://youtu.be/JPwme0jen6Y

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Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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