Jorge y Amapola
Hermosa poeta, ella,
él, trovador enamorado,
juntos unieron la luna
y el mar
y desde entonces se amaron.
Vi sus ojos nublarse,
de amor en la mañana,
teñir el firmamento de sueños,
junto a su fiel enamorada.
Vi el amor brillar,
en otros ojos,
y de envidia enmudecía la alborada,
sentí celos de su amor,
porque a mí se me negaba.
Supe de inmediato,
porque doblaban las campanas,
porque la cinta en sus frentes,
era para que el amor,
ni un instante,
se les escapará.
Conocía esa mirada,
era la misma mía,
cuando tenía a mi lado,
a la mujer que amaba
y supe que también,
la noche se vestía,
de caricias,
en su alcoba,
hasta la nueva alborada.
Nadie me dijo nada,
pero sé que se le apagaban los luceros,
cuando Amapola,
estaba lejos,
que la noche se hacía más oscura,
aunque la misma luna lo alumbrará..
Hoy recuerdo el azul de su mirada,
como brillaban sus negras pupilas,
cuando Amapola se acercaba,
no olvidaré,
la sencilla calidez de sus mirada,
la honradez de sus manos
y desde la distancia,
les bendigo, amigos
y que sigan,
lloviendo los besos,
en cada alborada.
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