Extraña y etérea sensación
Después de escuchar su cálida voz, una insólita y etérea sensación se apoderó de mí desolado árbol, ya no soy el mismo, hojas frescas empiezan a germinar, una suave capa de paz lo cubre, como un éxtasis profundo que recorre mis ramas y llega hasta mi vieja raíz.
Hoy por fin veo arribar la primavera, el largo y frío invierno se va y el olor de la flores vuelven a mi tallo a vivificar, para dar nuevo frutos, para un bello ángel que al pie de tallo se sentó, ahora de nuevo Dios está en mí, porque de nuevas aguas a mi seca vida anegó.
Esta madrugada cantan las avecillas, posada sobre mis ramas y un arco iris emergió de entre mis troncos y con sus suaves colores viene junto a mi a festejar, la renovadas fuerzas que de pronto llegó cuando el ángel me habló con su suave voz y de pronto la vida de nuevo se asomó.
Es de madrugada los árboles duermen, mas yo no quiero dormir, sólo quedarme en silencio, junto al ángel que anda rondando cerca de mi.
Conozco el amor, por eso doy frutos para regalar, aunque algunos me tiren piedras pero yo los se perdonar, cuando salga el sol, en la floresta nadie me creerá, aunque vean como han brotado mis hojas y los retoños de flores que pronto nuevos frutos darán.
Ahora entiendo el porqué del trinar de las avecillas, a esta horas de la madruga, le cantan al bello ángel que de seguro al verme tan sólo y triste del cielo se escapó, para hacerme de nuevo sonreír.
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