FUEGO
Me dijeron, compasivamente, mis versos son tristes;
pienso que es porque son parte de la propia verdad,
aquella guardada donde más hiere, la negra soledad,
profundidad que deja exánimes a mortales vivientes.
Hoy una lágrima mía volvió torrente, río profundo,
arrastrando consigo maleza que cubría gran olvido.
Mientras fuerte avanzaba, me placía el atroz sonido,
anunciando las cargas del alma que caen al abismo.
Me elevé encima de lo infame que transtorna la vida,
como un halcón, como águila sobre un elevado risco,
oteando camino de paz abierto con ventura definida,
un lago azul, reflejando lo bello de tu talle berberisco.
Feliz aprecié lo que mi alma podía disfrutar contigo,
delicia de besos y de cariños, arrullando tus palomas.
Guardo a la sombra de palmera gentil nuestro destino,
fundiendo a abrasador fuego nuestras amantes almas.
Luis Ricardo Landeo Ponce
Lima- Perú
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