ENCUENTRO CON UNA HORMIGA.

Estaba ajustando mis calzados con un poco de prisa, los sacudí como es mi costumbre desde siempre. Una hormiga que se encontraba metida entre las trenzas, rebotó por el espacio y aterrizó en el suelo, yo no alcancé a mirarla, pero sentía en mi inconsciente unos gritos agudos y penetrantes, ¡Si mueves tus gigantescos pies me aplastarás! Sorprendido bajé mi rostro e incliné la mirada hacia la tierra, pude ver una pequeña hormiga que se alzaba y extendía sus brazos hacia mí, sentía su voz en el espectro silencioso de mi alma, y le pregunto con mi voz de monstruo de la tierra, ¿De dónde vienes tú pequeña criatura? Bajando mi rostro casi contra el suelo.


Me respondió con su infinita voz de ingenuidad, Vengo de los tiempos prehistóricos, el espíritu angelical de mi abuelita me ha dicho que tenemos más de 25 millones de años en la tierra y también me ha dicho que ustedes, gigantescos monstruos, son unos recién llegados a este Planeta, Sabes, cada uno de tus pasos hace estremecer las simientes de nuestra pequeña existencia, están destrozando a pedazos nuestra tierra, están destruyendo la vida de quienes tienen muchos millones de años aquí, antes que ustedes.


Cuando lanzan una bomba para matar a sus hermanos acaban con el resto de las vidas que habían florecido libremente tanto en la tierra como en los mares antes de que se advirtiera su presencia en este mundo, están desolando nuestra tierra sin tomar en cuenta los demás seres vivos, se matan y nos matan a nosotros.
Ahora la vida depende de ustedes, si logran exterminarse por completo, los demás seres sobreviviríamos felices y nos reproduciríamos juntos con las plantas y las flores y este Planeta sería más bello y más natural, pero si nosotros falláramos y quedaran solamente ustedes no sobrevivirían por mucho tiempo.


Nosotros somos el equilibrio de las cosas, la cadena evolutiva de la Naturaleza, somos el control de la existencia en todos los espacios de la vida, ustedes son seres antinaturales y están destruyendo su propia existencia.


Su valentía me conmovió, pero no era su aguda voz lo que tanto me dolía, eran los gritos de mi propia existencia, mi trágica existencia, que golpea mi consciencia, asombrado, ante nuestra irresponsabilidad y destructiva presencia en nuestra tierra.

 

 

UNA PIEZA DE MI EXPOSICIÓN "EL MUNDO DE LOS INSECTOS"

 

© Cástor A. Olivier O.
El hijo del cisne.
Venezuela.

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