EN LA BOCA DE UN ARROYO
Cayó del todo la noche,
larga sutil y callada,
y una nubecita pasaba,
con el áfan de ser nube de agua.
En esa oscuridad
solo se veía la luz de la luna,
y en un frondoso árbol,
una lechuza se mecía.
Rapido cual rayo,
un conejito por allí corría,
evitando las ramas partidas,
para no ser escuchado.
En la boca de un arroyo,
unos peces se detenían,
esperando nadar y atrapar,
insectos a flor del agua.
No existían fantasmas sombríos,
ni aparecía la naturaleza humana,
menos las lluvias diluvianas,
que todo lo destrozarían.
Colindaba ese sitio campirano,
con la civilización urbana,
y a pesar de cortar caminos,
los dos no se mezclaban.
J. Jesús Ibarra Rodríguez.
DCUHE.Mexico.D.R.2018.
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