Ayer mientras dormía,soñé que llegaba a un extenso Manglar y miraba una canoa atracada en la orilla.Me acerque y la empuje hasta el agua,me subí a ella y empece a remar.Avance entre los Mangles, arbustos tropicales de ramas color verde café, muy largas, que se extienden con sus raíces aéreas hasta el suelo y hasta el agua, Que están provistos de hojas verde claras y de otras mas oscuras.El agua estaba tranquila y solo se movía con el golpe del remo,que dejaba una pequeña estela de espuma y provocaba diminutas olas circulares,que se expandían hacia los lados, hasta perderse en las tupidas hiervas.De pronto voló una ave blanca, rompiendo el silencio con su aleteo y con un sonido corto y ronco, repetidos por el eco.Parecía asustada.Mire hacia arriba y noté los lunares que se formaban con la luz el sol y las sombras de los arboles.Deje de remar un momento y la canoa se desplazo suavemente,metí la mano en el agua y la sentí cálida y acariciadora.Después volví a remar y cuando era mas pesado el silencio, sentí la rara sensación de que alguien estaba tras de mi.Voltee instintivamente la cabeza y mire a la preciosa mujer adorada,que había aparecido de la nada.Junto a ella deje de sentir la soledad en ese trayecto por ese arbolado y liquido lugar.Ella era mi novia.
Se acercó sonriendo con dulzura,me acaricio el pelo con sus manos y un suave calor me recorrió todo el cuerpo.Me abrazo y deje el remo un rato.La estreché entre mis brazos y la sentí ligera y aterciopelada.Mi corazon latía con fuerza emocionado.
¡Que feliz me sentía en ese instante¡
Se sentó a un lado de mi, y continué remando.Mas adelante vimos volar ante nuestra presencia otras aves de plumaje brillante.Continuamos nuestro viaje acompasado, sin saber porque estábamos ahí, y para que.
Llegamos a un claro del Manglar y en un lado apreciamos gentes y casas. Era un pequeño poblado en donde notamos que una mujer le ayudaba a otra en los quehaceres, unos hombres trabajaban en una casa,los niños jugaban muy alegres y todos se saludaban y se regalaban una sonrisa.En el ambiente se oía una suave música.Había gente pescando, otra recolectando frutos.Nos dirigimos a la orilla y bajamos de la canoa.Pisamos esa tierra mágica en donde prevalecía la armonía y no les faltaba nada.Nos recibieron con amabilidad y no nos preguntaron quienes eramos,que hacíamos, ni de donde veníamos.Nuestra cara se suavizo,sentíamos la calidez y el buen trato de los pobladores de ese edén, donde no había penas ni problemas.La naturaleza obra de Dios les proveía de todo.
Solo nos invitaron a quedarnos ahí, a vivir con ellos, a disfrutar del banquete de la felicidad.
Yo no quería despertar de ese maravilloso sueño.
J.Jesús Ibarra Rodríguez.
Delegado Cultural UHE.
México.
D.R.
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