Fui gavilán tras su presa,

y merendé mucha carne fresca,

me sentía como el actor principal

de esta tragicomedia llamada existencia,

algunas ajenas eran

 y como río,

que revienta en la playa,

la acoplaba corriendo

con mis primores maestros,

 a mi excitada mesa.

No me engaño,

fui feliz mientras comía

la mejor de las golosinas,

fuese blanca, rubia o morena.

Sin querer me tracé una meta,

que mientras mas renuente

 más gustosa,

sería ella en mi mesa.

Y así fui rodando por la vida

sin detenerme a pensar,

que el mejor platillo

no siempre es el mejor almuerzo.

Y de pronto

se me apagaron las primaveras

y el otoño,

se posó en mi cabeza.

Ya no hay majar

en mi vieja mesa,

sólo memorias lejanas

de cuando me comía

con las manos,

la piel,

mi cuerpo y mi boca

la mejor carne fresca,

que ostentaba sobre mi

 enardecida mesa.

Atrapado quedé

entre mi vieja sinfonía,

 ya no soy el ladrón,

que carne ajena cenaba

y de aquellas deidades

sólo me quedan

imprecisos recuerdos

y un gran dolor de cabeza,

pues me abruma

hoy en día,

esta soledad perversa

  

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Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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