Trae la brisa el alma cual suspenso
del céfiro bohemio y atrevido
que embriaga seductor en su descenso,
el cénit del instante complacido.
Aroma del incienso que suspira
surtiendo el embeleso sorprendido
y afianza en la promesa que se inspira,
la ilusa primavera en su aventura.
Despide la nostalgia que delira
el gélido fantasma de locura,
abraza la esplendente filigrana
que asoma en el primor de su hermosura:
¡atávico el crisol que se enlozana!
Aimée Granado Oreña ©
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