La noche le fue poniendo
su manto oscuro al anhelo,
caminamos abrazados
casi sin noción del tiempo.
Mi mano sobre tu hombro,
mi pelo con tu cabello
y se estremeció tu sangre
cuando te bese en silencio.
La luna azul nos miraba
apretando nuestros cuerpos.
Mi boca te buscaba
con un lívido deseo,
me entregaste las flores
perfumadas de tu cuerpo,
que enrojeció en el verano
sobre tu piel, como fuego.
Floreciste a la vida
hecha mujer, en febrero
el rocío de la noche
cayendo desde tus ojos,
reflejó en tus mejillas
El más puro sentimiento,
yo.. me sentí culpable
y solo dije, te quiero.
Sobraron las palabras
bastaron tan solo gestos
tu boca temblorosa
respiraba de mi aliento;
nacieron flores nocturnas
en ese mes de febrero
y se quedó la inocencia
tendida junto a tu cuerpo.
Tú entraste a mi vida
yo.. quedé en tus recuerdos
en esos ojos llorosos
en tu íntimo deseo;
el otoño marchitó
esas flores de febrero
y ya no quisiste verme,
triste me fui de tu pueblo.
En la quietud de la noche
tu perfume quedó lejos,
fue ganando distancia
la herida del sentimiento.
Que vuelve como buscando
todos los años de nuevo
que nazcan flores nocturnas
en algún mes de febrero.
Jorge Sernoqui
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