Desolación.

  

Pegada a la ventana,

me mantengo por horas,

llevo acá, no sé cuánto tiempo,

en la misma posición

y con la misma idea fija.

La noche oscura;

cerrada e impenetrable,

las sombras; sin vida ni color,

dejan una fría estela

que recorre mis pensamientos

saturando mi memoria

de recuerdos muertos y sepultados.

 

Mis recuerdos se abren paso

entre las sombras del olvido

y regresan del pasado

para posarse en el presente

cargado de agónico vivir.

Recuerdos amarillentos,

como recortes de periódicos viejos,

que viajan adormecidos,

formándose y deformándose,

por la espesa niebla

que cubre las estepas áridas

de mi razón.

 

Figuras borrosas y danzantes

que se proyectan

desde la oscuridad absoluta y recóndita

hasta la imperceptible

y minúscula luz de mis pupilas

traspasando las puertas cerradas,

que la memoria me proporciona,

para conseguir el esquivo y arisco olvido.

Salidos de la niebla me miran

y sin decir nada,

me toman entre sus brazos,

me cubren y me poseen seccionando

las llagas de mi herido corazón.

 

De mis ojos

brota el agónico desconsuelo

por la tristeza perenne

que jamás me abandona.

Mi cuerpo tiembla,

mis rodillas se doblan,

mis brazos, lacios y caídos,

cuelgan al costado de mi cuerpo

que se resiste a tocar el piso frío

y marmoleado que sostiene

mi decadente estructura corpórea.

 

Desolada

y sin consuelo

mi corazón extravía su ritmo,

mi cuerpo se dilata lentamente,

mi mente derrama toda mi vida pasada

en fracción de segundos,

el desconsuelo

cubre mi cuerpo

y mi corazón

danza al compás

de la eterna tristeza.

 

Por momentos, todo se hace

más negro y profundo,

el dolor ciega mi razón

y no me permite encontrar

la tenue y cándida luz

que me arranque de este estado

deplorable y mortal.

Mi cuerpo salta

de trémulo dolor, doblado y frio

permanece abrigado

con un cálido manto

enrojecido.

 

La noche ennegrecida

me toma entre sus brazos

y me lleva a vivir junto a ella

por toda la eternidad.

Hoy estoy de duelo,

hoy mi corazón

se viste de negro perpetuo,

hoy se ha muerto el deseo

y las ganas de vivir,

hoy se ha muerto… mi vida.

 

 

 

 

Cecill Scott.

Casablanca, 25 de Julio del año 2006.

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Comentario

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Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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